En una extensa entrevista a don Mario Iceta, obispo de Bilbao, que se publica en el último número de "Cooperador paulino", el querido prelado tan vinculado a nuestra diócesis cordobesa, nos ofrece este hermoso titular: "En la Nueva Evangelización, es necesario suscitar el encuentro con Cristo".
Coloca así y va a la raíz de la idea que el Papa Francisco ha repetido ya en varias ocasiones como Sumo Pontífice. En una de sus últimas homilías, le pidió a los religiosos "salir a dar testimonio e interesarse por el hermano, porque la cultura del encuentro nos hace hermanos, nos hace hijos, y no socios de una ONG o prosélitos de una multinacional". La prioridad número uno para la Iglesia no ha cambiado: sigue siendo la nueva evangelización. Pero el ardor que pone el Papa en este empeño no deja de sorprender ni un solo día. En su primera Semana Santa como obispo de Roma, ha pedido iglesias y confesionarios siempre abiertos para acoger al que venga, "pastores que huelan a oveja" y una Iglesia misionera que salga a la calle y no tema asumir riesgos, porque ya no hay una, sino 99 ovejas perdidas.
Según el Santo Padre, los tiempos piden un cambio de actitud, una mayor conciencia misionera: "la Iglesia debe estar preparada para recibir al que viene y para salir al encuentro de los demás, para ir hacia las periferias de la existencia, acercándose especialmente a los más alejados, aquellos que son olvidados, que tienen más necesidad de comprensión, de consolación, de ayuda". El Papa Francisco implanta así y nos alienta a promover la "cultura del encuentro", o lo que es lo mismo, "derramar sobre los demás la unción recibida, implicarnos en la vida de la gente, con sus penas y alegrías, con sus angustias y esperanzas".