Todos entraron en la sala, algo preocupados. ¿Estaban quizá pisando demasiado el acelerador? Había que ir con cuidado. La chusma en seguida podría empezar a sospechar. Sobre todo los católicos. Estaban adormecidos, pero, ¿y si despertaban?
- Caballeros - dijo J. Levi - todos sabéis que los planes van viento en popa. La gente acepta lo que les metemos en la cabeza a través de las redes y los medios. El mundo parece cada vez más un redil que reclama un amo, que a su tiempo le daremos, por supuesto. Pero algunos de vosotros habéis manifestado vuestra inquietud por si estamos acelerando demasiado los cambios. Por supuesto, no es impaciencia. El Maestro nos estimula para llevar adelante su plan, que nos beneficia y beneficiará enormemente. Pero hemos de considerar las dudas. En este momento no nos conviene dar un paso en falso. Hay mucha gente - convenientemente controlada - que se opone a nuestros planes y opone aún una débil resistencia. Pero aún no están vencidos del todo, y no queremos que echen a perder los planes del Maestro.
- Eso mismo pienso - dijo A. Berstein -. Aún hay gente que puede despertar del sueño al que le hemos inducido. Es verdad que muchos pastores católicos están de nuestro lado, consciente o inconscientemente; mientras otros callan, sin impedir el avance de nuestro control. Pero hay otros que se empiezan a hacerse fuertes y pueden llegar a plantar cara a nuestros planes. Empiezan a despertar a algunos de los que teníamos sometidos. ¿No sería bueno, quizá, dar un paso hacia atrás mejor que un paso en falso? Así podría relajarse la presión y luego podremos avanzar.
- Nuestra ideología es ya prácticamente predominante - repuso G. Goldstein -, no veo tanto peligro como el que señalas, hermano. Creo que ya somos imbatibles, y nuestra victoria es ya un hecho. La inmensa mayoría piensa - por decir algo - como nosotros les indicamos. Y hemos conseguido el logro más difícil: que habiendo adoptado totalmente nuestro adoctrinamiento, crean que son más libres que nunca y que piensan por sí mismos. No veo cómo eso sea ya reversible. Deberíamos seguir adelante, sin miedo.
Miedo no - contestó Berstein -, prudencia. Si fuese ya el momento de la victoria definitiva, el Maestro habría dado la señal para que se manifestase su Señor del Mundo.
- Tienes razón - respondió Goldstein -, no había caído en ello. Muy agudo, hermano.
Entonces - prosiguió Levi - ¿qué podemos hacer para que nuestros enemigos piensen que aún hay esperanza, mientras seguimos con nuestro inexorable plan? Algo podremos hacer para que canten victoria y aflojen la presión sobre la gente. Algo que beneficiara nuestra causa.
Se me ocurre algo - dijo C. Spielberg -. Es arriesgado, claro, pero podría funcionar. ¿Y si diésemos un paso atrás en la legislación del aborto?
Se creó un pequeño alboroto en la sala entre los 6 asistentes.
- Explícate - dijo Levi. ¿Cómo podría beneficiar eso a la causa?
- Bueno, la Cabeza de la Serpiente está aquí, en Estados Unidos. Hemos conseguido que todo el mundo mire a este país como referencia internacional. Aquí podríamos derogar la ley general del aborto. Así parecería un triunfo a los ojos de los enemigos, que, cegados por esta "victoria", se calmarían. Por supuesto, como aquí cada Estado tiene su legislación, el aborto podrá continuar y acabará imponiéndose de nuevo. Es un pequeño paso atrás para generar esa falsa esperanza. Además, el resto del mundo se indignaría ante esto, y reclamaría con más fuerza el aborto. No permitiremos que en esto tomen como referencia a este país, y haremos que en esto lo vean como un retroceso; a través de nuestras filiales deploraremos este "paso atrás" e incluso haremos pensar a la gente que su país está más avanzado que este. Entonces acelerarán los pasos hacia el "derecho" al aborto, al mismo tiempo que los enemigos piensan haber ganado una batalla. Y en un poco de tiempo, con la legislación estatal, el aborto seguirá siendo legal en este país. Así seguiremos con el plan del Maestro.
Todos se quedaron sorprendidos y admirados de sus palabras.
- Parece como si el propio Maestro te hubiera inspirado - dijo Levi, no sin un deje de envidia en la voz -. ¿Qué os parece la propuesta, hermanos?
- ¡A la gloria del Portador de luz! - proclamaron con la fórmula ritual.