Al hablar de nueva evangelización, no sé si entendemos todos lo mismo. Si no lo entendemos igual, nos exponemos a actuar no sólo de manera distinta sino, incluso de maneras contrarias. El Papa ya ha dicho con claridad el estilo de la nueva evangelización y es él quien ha de marcar el nuevo rumbo, y no que cada uno haga lo que le parezca mejor. Ha hablado de: “nueva en su ardor, nueva en sus métodos y nueva en su expresión”.
De ahí, cuatro puntos que lo puedan resumir y aclarar.
Primero: La nueva evangelización. No consiste en que anunciemos cosas nuevas, sino el mismo evangelio de siempre, sin quitar ni añadir una coma.
Normalmente las estructuras en las que nos movemos dentro de la iglesia suelen ser las mismas. Asistimos a misa, tenemos unas reuniones para matrimonios, para jóvenes, para movimientos apostólicos, para catequesis y, más o menos, lo de siempre.
Prácticamente nuestras respuestas pastorales suelen ser las mismas, pero ante un mundo y una sociedad que ha cambiado radicalmente, ¿se aceptan nuestras respuestas? ¿Evangelizamos bien? Ante una sociedad que ha cambiado y que sigue cambiando ¿vale el estilo de actuar de antes, cuando todo el mundo frecuentaba la iglesia? ¿No habremos de ir en busca de la oveja perdida? ¿No habremos de dejar a buen recaudo las poquitas ovejas que nos quedan y salir en busca de tantas ovejas perdidas? Ya vemos alejadas a las personas que no frecuentan la iglesia, pero ¿se han alejado, o hemos dejado que se alejen? y, en vez de ir en busca de la oveja perdida, ¿por qué no vamos en busca de las noventa y nueve alejadas? A esto precisamente acaba de aludir nuestro Papa en los primeros días de su pontificado.
Segundo: no podemos estar esperando que venga la gente; la gente no viene sino que hemos de salir nosotros a buscarlos para poder establecer un diálogo evangelizador, para hablarles de Jesús, ofreciéndoles nuestro testimonio de vida cristiana, especialmente de nuestra caridad para con los pobres y necesitados.
Va habiendo ya algunos grupos que salen de dos en dos visitando las casas, hablando con la gente con que se encuentran en la calle, incluso buscando la cercanía sobre todo de jóvenes, en lugares de diversión donde se encuentran.
Tercero: Otra cuestión a tener en cuenta es que a la hora de evangelizar debemos estar muy unidos al Señor. Es Él quien evangeliza a través de nosotros. Nosotros somos meros instrumentos en sus manos, y una de dos, o nos llenamos de Dios, o nuestra acción evangelizadora es nula.
De ahí la importancia de la oración, de la lectura de la Palabra de Dios, de las reuniones de formación…; sin esto no seremos auténticos evangelizadores. Y en la actualidad son muchos los que pretenden ser evangelizadores, pero ellos, no el Señor. Y hemos de ser muy conscientes de que es el Señor quien hace que nuestra acción sea eficaz.
Cuarto: Si tratamos de establecer un diálogo con las personas que se alejan o se van alejando de la iglesia, ¿no deberíamos plantearnos si estamos suficientemente preparados para dialogar en nombre de la Iglesia, con la gente que está apartada de ella? ¿Dominamos bien lo fundamental de la enseñanza de la iglesia? ¿Estamos preparados para dar razón de nuestra fe? ¿Nos preocupamos por ir adquiriendo una mejor formación doctrinal? ¿Nos animamos mutuamente para adquirirla?
Por ejemplo, ¿sabríamos responder debidamente a las cuestiones que nos plantean miembros de distintas sectas que visitan nuestras casas? Y si no sabríamos responder, ¿por qué no nos preparamos no sólo para responder a esas preguntas o cuestiones, sino para plantear debidamente las cuestiones y problemas fundamentales de nuestra fe?
No es fácil iniciar unas actividades evangelizadoras de un modo totalmente nuevo. Ni les es fácil a los sacerdotes ni a los laicos. A veces hay ciertas críticas incluso de personas de iglesia, acostumbradas a una manera de evangelizar que hoy ya no es apta, porque ni la gente acude a la iglesia ni a las reuniones que tenemos los cristianos.
Una acción evangelizadora de los jóvenes de cara a los jóvenes, ¿no es totalmente necesaria para que los jóvenes que se han apartado, vuelvan a los orígenes de su antigua fe, quizá ya perdida?
En resumen, la Nueva Evangelización consiste en volver a lo de siempre, tomando de nuevo la actitud de los grandes evangelizadores.
¿Por qué los grandes santos han sido grandes evangelizadores?
¿Habremos de seguir con nuestro estilo de evangelización, o deberíamos volver al estilo de los grandes evangelizadores de ayer y de hoy? Porque también hoy los hay. Ejemplo, nuestro Papa y otro gran evangelizador moderno elevado a los altares por Benedicto XVI, San Alberto Hurtado, jesuita chileno, con el estilo que nos ha indicado nuestro Papa: una Iglesia pobre para los pobres. Posiblemente ofreceré un artículo sobre su estilo de evangelizar.
José Gea