Desde que Benedicto XVI renuncio al ministerio petrino lo cierto es que no se ha dejado de hablar de la Iglesia. Pero más allá de las palabras, también hemos asistido a un movimiento de oración muy intenso, más silencioso pero sin duda mucho más eficaz. Por la Iglesia, por el Papa, la novena a San José propuesta por el cardenal Dolan pidiendo un Papa santo y, tras la elección de Francisco, en acción de gracias. Miles y miles de católicos unidos en oración como pocas veces antes había sucedido.
Ahora aparece una iniciativa que parte de unos sacerdotes españoles para que esta corriente de oración, tan grata a Nuestro Señor, no cese. Se trata de una novena a santa Teresita que debe culminar el próximo día 21 de abril y que es un regalo al Papa en el 40 aniversario de su profesión perpetua como jesuita. El objeto de la novena no podía ser mas conveniente: pedir al Señor, por intercesión de santa Teresita, que ilumine y fortalezca al Papa en el gobierno de la Iglesia Universal.
¿Y por qué a santa Teresita? Pues porque el Papa le tiene una gran devoción a esta humilde doctora de la Iglesia. Tres datos vienen a avalar este hecho:
El primero por la rosa blanca que le entregó a la Presidenta de Argentina, a la que le dijo, que era signo de "algo muy íntimo" y personal, que la "guardara entre sus cosas" y que tenía relación con la santa a la que le tiene más devoción y a la que le reza todos los días, Santa Teresita del Niño Jesús.
El segundo, el saludo que hizo al pueblo argentino por teléfono el mismo día de la Misa de inicio de Pontificado, al que llamó durante la madrugada romana. En ese saludo acabó bendiciendo al pueblo y pidiendo la intercesión de la Virgen María, de San José, del ángel custodio de cada uno, y de Santa Teresita.
Y el tercer dato es la relación que tenía el Papa con el Carmelo en Buenos Aires y su costumbre de rezar todos los meses la novena de los 24 glorias a Santa Teresita.
Siempre resulta oportuno rezar por el Papa y también acudir a santa Teresita, pero pensaba que en estos tiempos lo es de manera especial. Primero por la importancia de este inicio de pontificado, cuando empieza a pasar el efecto mediático y el Papa tiene que abordar enormes retos. Y también porque volver los ojos a santa Teresita y su infancia espiritual a buen seguro nos ayudará a sentir con la Iglesia en los agitados tiempos que nos ha tocado vivir. Sin ir mas lejos, algunos comentarios desafortunados contraponiendo pontífices se diluyen en cuanto recordamos aquellos deseos de santa Teresita, que en su celo “ardía por ser guerrero, sacerdote, misionero, mártir y cruzado”. Porque la Iglesia, en su capacidad de cobijar todo lo bueno, es todo ello a un tiempo. La Iglesia es Francisco y Benedicto, es Juan Pablo y Pío, y así podríamos seguir y seguir. Que santa Teresita nos ilumine a todos y vele por el Papa.