Con respecto a este tema..., existe para todo creyente católico, un principio básico que nos dice: “Es imposible salvarse sin orar”. Por consiguiente si uno es creyente, es decir, si cree en las verdades que se recogen en el Credo católico, tiene que saber que si no ora no se salva. Orar es para nosotros más que una obligación que lo es, es una necesidad.
Todos los que se han condenado, se han condenado porque no han hecho oración; si hubieran orado con constancia, se hubieran salvado. Este principio como varios otros relacionados con la oración, nos los proclaman constantemente, a voz en grito, Padres y Doctores de la Iglesia, Santos, Beatos, Doctores y exegetas.
En cuanto al mundo alejado de Dios desde luego que este no ora. A este respecto, refiriéndose al pueblo de Israel que no oraba, Jeremías escribía: “Porque mi pueblo ha cometido dos maldades: me abandonaron a mí, la fuente de agua viva, para cavarse cisternas, cisternas agrietadas, que no retienen el agua”. (Jer 2,13). La gente de este mundo actual que no ora, está buscando su salvación, en los progresos materiales, escribe el abad Baur O.S.B, en el incremento de la producción material, en los avances de la medicina, en los avances tecnológicos, etc…
Como si la salvación de nuestras almas fuese un tema que corresponde al orden material, cuando resulta que nuestras almas, son puro espíritu creado por Dios; pero piensan que las necesidades del alma, su alimentación, su contacto con Dios, se puede realizar con la música aunque sea clásica y buena, con la apreciación del arte, con la actividad cultural, como si todo esto fuese un adecuado sustitutivo de la oración.
La oración es verdaderamente la vida de nuestra vida, y estamos hechos para orar como el pez lo está para nadar en el agua, así estamos hechos para sumergirnos en el agua de la oración y siempre estar nadando en esa agua porque la oración es un algo consustancial con nuestra alma, porque cuanto más crezcamos en oración, más creceremos en santidad, y más experimentaremos la necesidad irresistible de hacer más oración. Porque sin la oración no puede haber Eucaristía, ni comunión eficaz. Sin la oración no se pueden aprovechar debidamente las gracias que nos transmiten los sacramentos. Puede haber oración se sacramentos, pero no existen sacramentos debidamente aprovechados si no hay oración. Puede haber oración sin Eucaristía, pero no Eucaristía en pleno amor al Señor si no se reza, de aquí la importancia de la oración.
El Señor no nos ordenó comulgar, pero si orar. Porque ella, la oración, tal como nos indica San Juan Eudes, es algo tan importante como la tierra que nos sustenta, el aire que respiramos, el pan que comemos, el corazón que late en nuestro pecho, que son a los hombres tan necesarios para llevar una vida humana
Para nosotros la necesidad de orar, se basa en nuestra condición de seres humanos completamente limitados. Todo lo que tenemos todo lo que recibimos, nos ha sido dado. San Agustín decía: ¿Qué tiene tú que no hayas recibido? Y nosotros lo necesitamos, lo material y más lo espiritual, el alimento de nuestro cuerpo y el de nuestra alma. El Señor, claramente nos dijo: “Yo soy la vid. vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada”. (Jn 15,5). El teólogo dominico Royo Marín nos escribe diciendo: “Sin la gracia preveniente de Dios no podemos hacer absolutamente nada en el orden sobrenatural, y en este sentido puede decirse que todo el proceso de nuestra santificación se reduce, por nuestra parte, a la oración y a la humildad; la oración para pedir a Dios esas gracias prevenientes eficaces, y la humildad, para atraerlas de hecho sobre nosotros”.
Mientras que la comunión frecuente, es una recomendación, orar es para nosotros un mandato divino. El Señor nos dejó dicho por medio de San Mateo: “Velad y orar para que no accedáis a la tentación; el espíritu esta pronto, pero la carne es flaca”. (Mt 26,41). También antes de mencionarles la parábola del juez injusto el Señor: “Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer”. San Pablo en su epístola a los Tesalonicenses les dice a estos: “Orad constantemente. Den gracias a Dios en toda ocasión: esto es lo que Dios quiere de todos ustedes, en Cristo Jesús”. (1Ts 5,1718).
Decía Santa Teresa de Jesús, que: Quien no hace oración, no necesita demonio que le tiente; y es que no es posible dar un paso en la vida espiritual si no se fundamenta en la oración. Y Santo Tomás de Aquino escribía que: “Todo hombre está obligado a orar por el hecho de que está obligado a procurarse los bienes espirituales, que no le pueden venir sino de Dios y no pueden serles daos sin que él los pida”.
Se encuentran cristianos que comulgan todos los días y pueden no estar en gracia de Dios y por ello, están en pecado mortal, cristianos que hacen abundantes limosnas y que están en pecado mortal, cristianos que tienen una activa vida en favor de los demás, sea en ONGs laicas o católicas y no viven en gracia de Dios, cristianos que se mortifican de muchas maneras y que están en pecado mortal, pero jamás se encuentra un alma que haga oración todos los días y que permanezca en el pecado….
La comunión frecuente es un consejo, la oración es un precepto divino. En esta idea, Santa Teresa de Lisieux, escribe: “Adviertan los que son muy activos, que piensan ceñir el mundo con sus predicaciones y obras exteriores, que mucho más provecho harían a la Iglesia y mucho más agradarían a Dios, dejando aparte el buen ejemplo que de si darían, si gastasen siquiera la mitad de ese tiempo en estarse con Dios en oración”.
Al cristiano se le pide la realización de muchas obras buenas; más la de la oración está por encima de todas, porque sin ella ningún bien se puede hacer. El cardenal norteamericano Joseph Bernardín, en sus confesiones antes de su muerte, después de haberle sido dictaminado un cáncer, escribió: “…, descubrí que estaba otorgando prioridad a las buenas obras sobre la plegaria”.
No nos engañemos la actividad que podamos tener, realizando buenas obras de misericordia, es buena y saludable, pero es siempre una actividad material, que ayuda a la perfección espiritual, pero la oración al ser ella misma actividad espiritual no material, goza de un superior valor a los ojos del Señor. La oración es un medio para alcanzar la perfección, pero no es ella la perfección misma. Ahora bien quién ora perseverantemente, está caminando rápidamente a obtener la perfección que no ordenó el Señor cuando nos dijo: “Sed perfectos como mi Padre celestial es perfecto”.
Para San Alfonso María Ligorio, la oración es el medio necesario y seguro para conseguir la salvación y para obtener todas las gracias necesarias para conseguirla. Porque si oramos pidiendo lo que más nos conviene podres adquirir para nosotros un nuevo Pentecostés, es decir, la invasión del Espíritu Santo en nuestra alma.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.
- Libro. RELACIONARSE CON DIOS.- www.readontime.com/isbn=978-84-612-6639-5
- ¿Orar es amar? 08-0312
- ¿Qué es orar? 13-0712
- Fuego devorador de Dios 25-0310
- Menos ruido y más oración 08-0110
- Oración. Pan del alma 07-0112
- Pan del alma 031012
- Aridez o sequedad 0111-09
- Hojarascas y ramillas 171012
- Oración contemplativa en general 25-0310
- Oración contemplativa en la Iglesia occidental 07-0112
- Oración contemplativa en las iglesias orientales 08-0312
- El gozo en la oración 05-0210
- Gozo oracional 06-0910
- Oración corporal 0711-09
- Nuestro agradecimiento al Señor 25-0911
- ¡Cuánto pesa una oración! 23-0611
- Oración de petición 261212
- Oración de pretensión 0112-09
- Oración extractiva 10-06-09
- Oración nocturna 17-0410
- Oraciones nocturnas 13-0211
- Oración perseverante 1511-09
- Oración repetitiva 26-06-09
- Kindana meherat 22-06-09
La fecha que figura a continuación de cada glosa, es la de su publicación en la revista ReL, en la cual se puede leer la glosa de que se trate.