Hace unos años publiqué en este mismo blog un artículo titulado “La Resurrección de Jesús y la Eucaristía”. Hoy pienso hablar de la relación entre la Resurrección y el sacramento de la penitencia. Y lo voy a hacer en diálogo con un amigo.
Amigo:
Acabo de leer que el Papa ha tenido una conversación con un grupito de sacerdotes y les ha dicho algo así como “Dejen las puertas abiertas de las iglesias, así la gente entra, y dejen una luz encendida en el confesionario para señalar su presencia y verán que se formará cola”.
Autor:
Efectivamente, también yo lo he leído. Claro, no es que las iglesias deben estar todo el día abiertas, pero sí sería posible que estuviesen unas horas abiertas, con la seguridad de que se visitarían con más frecuencia y se confesaría mucha gente si los sacerdotes estuviesen más en el confesonario aunque no estuviesen todo el tiempo confesando.
Amigo:
¿De verdad cree Ud. que se confesaría mucha gente?
Autor:
No soy profeta, pero estoy seguro de que sí se confesarían muchos más; aunque no es sólo cuestión de que el sacerdote esté en el confesonario unas horas determinadas. Es necesario que se hable de la confesión, que se catequice debidamente, de que se valore el perdón de Dios; como acaba de decir el Papa, Dios no se cansa de perdonar.
Amigo:
¿Tan importante es la confesión?
Autor:
Pues sí. ¿Tú sabes a qué ha venido el Hijo de Dios al mundo? Sencillamente, a perdonar los pecados.
Amigo:
Bien, pero si yo le pido perdón, ¿qué más hace falta para que me perdone, si Él lo que quiere es perdonar?
Autor:
Es cierto que lo que él quiere es perdonar. Pero imagínate que tú ahora te levantas y empiezas a darme puñetazos, me haces sangrar y me dejas hecho una lástima; luego recapacitas y me pides perdón. ¿Estás ya perdonado? No. Hace falta que yo te perdone. Y si eso mismo me lo hacen catorce y me dejan medio muerto, y yo desde el hospital le digo a un amigo que os perdone en mi nombre, ¿cómo obtenéis mi perdón? Lógicamente pidiendo perdón al que yo he enviado. Ya sabes que Jesús dijo a sus apóstoles: “Como el Padre me envió, también yo os envío. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: « Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos »" (Jn. 20, 21-23).
Amigo:
Sí, es cierto; pero ya que Ud. ha titulado la entrevista como la relación entre la resurrección de Jesús y el sacramento de la penitencia, le quiero preguntar: ¿Qué relación hay entre ambos?
Autor:
Una relación básica, porque la resurrección no es un hecho aislado, algo así como si dijésemos: Jesús ha resucitado y nos alegramos por ello, y nosotros seguimos con el mismo ritmo de vida y esperamos resucitar también cuando llegue el fin del mundo.
Pero la resurrección de Jesús nos afecta personalmente a todos los hombres, pues el hecho de la resurrección no es algo al margen de nosotros. Quizá no nos damos cuenta de que estamos unidos a Jesús desde el momento de su encarnación. Al encarnarse, Jesús se ha vinculado a la humanidad, de tal manera que Él y nosotros formamos un solo cuerpo cuya cabeza es Jesús con quien formamos la nueva humanidad. Y al resucitar Jesús, ha resucitado como cabeza nuestra y por tanto podemos decir que también nosotros hemos resucitado con Él. Es lo que decimos “ya, pero todavía no”.
Y si Jesús ha resucitado, nosotros “ya” hemos sido perdonados, pues para eso vino Jesús al mundo, aunque “todavía no” hemos sido perdonados personalmente. Le pedimos perdón a Dios y Él nos perdona por medio del sacramento de la penitencia. ¿Ves ahora la relación entre la resurrección de Jesús y el sacramento de la penitencia? En otras palabras, el hecho de que Jesús ha resucitado supone que el Padre ha aceptado el sacrificio de su vida por el perdón de nuestros pecados; por tanto, la humanidad está ya con una relación nueva respecto del Padre. Nos han perdonado por medio de Jesús, pero nosotros le hemos de pedir personalmente perdón. Y esto es lo que se realiza en el sacramento de la penitencia.
José Gea