Hoy es la fiesta de San Juan Pablo II. No sé si hay niveles de santidad pero si los hubiera él sería un “SANTAZO”.
Yo tenía 5 años cuando fue elegido Papa en 1978 y esperaba mi 4º hijo cuando murió en 2005, así que fue el Papa de mi vida. Me costó acostumbrarme a Benedicto XVI y a Francisco, la verdad.
En su primer viaje a España yo estaba en 4ª de EGB, tenía 9 años. Recuerdo que en mi casa había chapas y banderitas por todas partes pero no me enteré mucho, estaba en el ambiente pero me pillaba lejos. Sí recuerdo haber ido a la misa para las familias en la Castellana y vivirla como un agobio entre montones de gente y que a la hora de la comunión vi a D. Paco Pepe, el cura de mi colegio, y fui a su fila para comulgar.
Lo que se me quedó en la memoria de esa visita, vete tú a saber por qué, fue que el día que se marchó, el 9 de Noviembre, era Martes.
La siguiente visita a España que recuerdo fue la de Agosto de 1989, de la del 84 no me acuerdo. Yo tenía 16 años. Me apetecía mucho ir a verle pero casi todo fue un desastre:
- Parte de la comida que compré para esos días se me estropeó.
- La 1ª noche en Oviedo dormíamos en el colegio Peñaubiña, nunca se me va a olvidar. Al volver de la ducha no encontraba mi saco ni mis cosas, lo habían movido todo unas que llegaron después, así por la cara, porque les molaba nuestro sitio.
- Hubo inundación en las duchas y la zona donde yo dormía acabó como una piscina.
- Al poco de volver a Madrid todas las que estuvimos allí nos pusimos malísimas con gastroenteritis.
Lo mejor de ese viaje fue que en Oviedo el papamóvil pasó muy cerca de mí, pude hacer una foto que me encanta:
De la visita del 93 recuerdo las fotos de la canonización de Enrique de Ossó.
Y la que mejor recuerdo, porque la viví muy intensamente, fue la última, la de Mayo de 2003. Emociones y sentimientos muy fuertes y mi deseo consciente de dar testimonio de mi fe. Tenía 30 años y junto con mi marido había formado una familia cristiana con 2 hijos. Aún faltaba un tiempo para que llegaran los 3 pequeños.
Juan Pablo II era un anciano muy enfermo que no podía caminar y al que casi no se le entendía al hablar.
Aún así congregó a casi 1 millón de jóvenes en Cuatro Vientos.
Guardo unos recuerdos preciosos de ese día y alguna que otra anécdota divertida. Me conmovió especialmente el Avemaría de la Niña Pastori y bailé con Diego Torres y su Color Esperanza.
Esta fiesta de hoy me hace preguntarme cómo está mi fe, si soy una buena cristiana. Y me doy cuenta de que nada está decidido, no hay que dar nada por sentado porque la vida da muchas vueltas y donde dije digo digo Diego o, lo que es lo mismo, donde había un cristiano ejemplar hoy puede que no queden ni los restos. O a la inversa.
En 1982 mi hermano pequeño y yo no teníamos ni 10 años y no nos enteramos de nada. Hoy los 2 estamos comprometidos con la evangelización a través de los medios de comunicación.
Seguro que conoces a alguien que ha pasado años en un convento o en una congregación religiosa y luego lo ha dejado y parece que se ha ido al extremo contrario, y piensas “¿y esta es la que era monja, y éste es el que era de esto o de aquello?”
O sabes de alguien que va a misa todos los días y luego va y hace algo o se comporta de tal manera que piensas “pues no se le nota mucho.”
A lo mejor conoces a cristianos que dan lecciones de todo a todo el mundo y luego ellos no hacen lo que dicen. Son expertos en “haz lo que digo y no lo que hago”, auténticos hipócritas de libro que tienen un doble discurso, uno para los demás y otro para ellos mismos.
Como los de estas durísimas palabras de Jesús que leemos en Mateo 23, 1-33 de las que copio algunas:
1-5: Entonces Jesús habló a las multitudes y a sus discípulos diciendo: En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced y cumplid todo cuanto os digan; pero no obréis como ellos, pues dicen pero no hacen. Atan cargas pesadas e insoportables y las echan sobre los hombros de los demás, pero ellos ni con uno de sus dedos quieren moverlas. Hacen todas sus obras para que les vean los hombres.
13: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis el reino de los Cielos a los hombres! Porque ni vosotros entráis, ni dejáis entrar a los que quieren entrar.
23: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del eneldo y del comino, pero habéis abandonado lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad! Hay que hacer esto sin abandonar lo otro.
24; ¡Guías ciegos, que coláis un mosquito y os tragáis un camello!
27: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a sepulcros blanqueados, que por fuera aparecen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda podredumbre!
33: ¡Serpientes, raza de víboras!
Por otro lado en Mateo 23, 21 encontramos estas otras palabras de una parábola:
“Le respondió su amo: Muy bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, yo te confiaré lo mucho: entra en la alegría de tu señor”.
Y yo me pregunto: “Guadalupe, ¿qué querrías que Jesús dijera de ti, hipócrita, serpiente, raza de víboras... o sierva buena y fiel?”
Porque a veces me siento una hipócrita, un fraude, escribiendo un blog en un medio cristiano y sabiendo que no siempre soy una cristiana de 10. Tengo muchos defectos, necesito confesarme a menudo, muchas veces me dejo llevar por la pereza y no voy a misa entre semana, por ejemplo, o recorto el tiempo de oración o directamente no la hago, hay montones de cosas mejorables.
En ocasiones… ¡no, no iba a decir que en ocasiones veo muertos, no tengas mala idea!
Lo que iba a decir es que en ocasiones soy débil, flojucha, mediocre. Que a veces estoy apagada y ese estado de flojera me dura más que las pilas Duracell.
Así que procuro armarme de paciencia conmigo misma y martillear al Señor con mi petición de que me encienda por dentro otra vez. A veces se lo pido cantando con Hakuna: