"La vida es misteriosa, los dioses caprichosos y nosotros inconstantes. Todo se puede perder con pequeñas acciones que se van a cumulando hasta levantar una montaña de errores que nos envuelven y nos atrapan como una telaraña de fracaso... no le veo sentido a seguir viviendo así. Solo el hecho de haber tomado la decisión de escribir estas memorias ha podido dar algo de contenido a estos últimos días..." (de las memorias -ficticias- de Publio Cornelio Escipión, el Africano)
Me gusta leer novela histórica. Cuando es buena puede uno asomarse a otras épocas y comprender más del pasado. Entre las novela históricas me gustan las de "romanos" porque describen algo difícil de entender para mí: lo que significa ser pagano. El pagano no es un ateo, ni un incivilizado. Podía ser un hombre culto, sensible y virtuoso. Muchas de las más grandes conquistas del espíritu humano se han logrado en épocas de paganismo. En nuestra civilización occidental hemos heredado muchos cosas de la Grecia y Roma clásicas
Cuando leo sobre el mundo clásico me quedo deslumbrado. No he tenido la suerte de poder profundizar en los grandes dramaturgos, poetas, filósofos ni en la literatura épica. Desgraciadamente tengo un conocimiento superficial tan solo mitigado por mi incursión en la novela histórica y algunas lecturas básicas. Junto a ese deslumbramiento el mundo clásico me produce también una gran desazón cuyo origen está en un sentimiento que expreso de la siguiente manera: "¡Qué duro tiene que ser ser pagano!"
Acabo de terminar la trilogía de Santiago Posteguillo sobre Publio Cornelio Escipión y sus luchas contra Anibal el cartaginés. Es una historia de triunfo y derrota, gloria y decadencia, lealtad y traición. El libro describe, a mi modo de ver, de forma excelente la tragedia del mundo pagano. Cuando los grandes hombres se acercan a su fin se va haciendo cada vez más manifiesta la inutilidad de todos sus esfuerzos. Es lo contrario a la palabra de Jesús en el evangelio, "si el grano de trigo cae en tierra y muere NO da fruto". Ante la pérdida de todo por lo que se ha vivido, bien sea por la edad, por la traición o por el simple discurrir del tiempo la única salida solo puede ser el suicidio o la búsqueda desesperada de "obras" que permanezcan.
¿A santo de que viene todo esto? Pues a santo de que vivimos una época de paganismo. El vago sentido de Dios que tienen muchos de nuestros contemporáneos no es, a mi modo de ver, algo positivo, en el sentido de ser un primer estadio del cristianismo. Es más bien un ídolo que hay que derribar. Porque es un Dios que no da esperanza, que no ilumina, que no revela al hombre y que no salva. Ha vuelto a ser un simple "instrumento" de la religiosidad natural que mientras no conoce a Jesucristo está abocada al fatalismo y al miedo cuando la seguridad que el hombre pone en sí mismo falla.
Sigue siendo necesario ir a los areópagos de hoy a decir Quién es ese "Dios desconocido" al que algunos todavía, si no veneran, al menos admiten.
Es muy triste ser pagano y muchos de nuestros conciudadanos ya son paganos. Tienen un alma pagana. Se sienten fuertes, seguros, felices, convencidos de que el mundo les puede dar todo lo que desean. Pero no cuentan con dos factores: el paso del tiempo y la caducidad de todo.
¿Cómo predicar la Buena Noticia a los paganos? Fijémonos en los primeros cristianos. No creo que hablasen a los paganos presuponiendo una "base común" tratando de llevarles a una posición más "ortodoxa". Hablarían de algo absolutamente novedoso, liberador, alucinante, extraordinario, increíble El efecto sería una conversión. El nacimiento de un sujeto nuevo. Un cambio de mentalidad y de vida, no un simple "reajuste moral". La predicación iría acompañada de signos, es decir, milagros y del testimonio de un tenor de vida distinto, superior, no una mera "coherencia de vida".
Señoras y señores, bienvenidos a la Nueva Evangelización