Muchas veces, en años ya un poco lejanos, se decía: Linares ya no es Linares, que es un segundo Madrid. Las minas habían traído a Linares una realidad moderna que le ponía a la cabeza de la provincia: como había moneda extranjera, por el capital inglés de la minería, en Linares se instala el primer Banco de España, fuera de Madrid; los marqueses de Linares, unos inmigrantes a Andalucía, tienen visión empresarial y a la vez humana, y crean el primer ‘monte de piedad’ para evitar usuras; el tranvía era una realidad escasa en otros lugares (‘Pero Jaén no tiene tranvía’, decían ufanos los linarenses afirmando su superior nivel frente a la capital), pero a causa de las minas y los mineros, Linares sí tenía tranvía entonces. Era un conjunto de cosas que hacían de Linares un emporio, un lugar distinto en muchas variaciones; también por la población inglesa el protestantismo tenía arraigo en la ciudad.
Todo ese conjunto de cosas hace que Linares sea terreno favorable a la siembra. Y Linares tiene también el privilegio, por todos esos factores de población muy viva y eficiente, de que allí sea donde se funde el primer centro de A.C. fuera de Madrid.
El Beato Lolo es fruto de esa pujante Acción Católica juvenil de Linares. Y ¡bien que él lo reconoce y le rinde tributo!
Hoy damos paso a tres artículos publicados por Lozano Garrido en el semanario de la A.C. Nacional, ‘Signo’, al cumplirse los 25 años de la fundación del centro de Linares. En esta línea está el publicado hace unas semanas ‘Un día en Tíscar’. Y en las próximas semanas será ‘La O.A.R. hace 22 años’ y ‘Los chavales también tienen historia’. Y hoy: Bodas de plata del aspirantado.
Bodas de plata del Aspirantado: 1956
Semanario Signo, 3 de octubre de 1955
El Aspirantado, la obra queridísima y predilecta que ha dado a la Juventud tantos dirigentes, va a cumplir sus veinticinco años, las bodas de plata, por tanto.
Aunque cabrían distintas apreciaciones sobre la presencia del adolescente, no admite duda que su incorporación definitiva fue en 1931, y la conmemoración propia, en consecuencia, el 8 de mayo del año próximo, vigésimo quinto aniversario de su creación como tal, con características propias y fines específicos.
La presencia del adolescente en las filas de la Juventud es ya tan antigua como la misma A.C. No obstante, al principio se le admitía más bien en un gesto de ayuda, como una concesión accesoria, ajena al fin fundamental de restaurar el espíritu, de ganar urgentemente al hombre en peligro que imponían las circunstancias. La necesidad era, pues, entonces, «actual», improvisada, con el tiempo mínimo para renovar un alma, darle el espaldarazo y lanzarla a la pelea. El instinto de conservación no daba para el futuro.
Pero tampoco cabía –ni era caritativo- ir caminando en la vanguardia, desoyendo el clamor de la inocencia y dejándola en tierra de nadie. Y el chaval tuvo su hueco, más bien como una indulgencia, mejor aún, como una protección. Así, en el Centro donde nació el Aspirantado, ya había adolescentes en 1929. Os quiero llamar la atención de uno de ellos: Antonio Pérez López, de quien Dios tuvo a bien aceptar su sangre. Fijaos bien en esto: ya el Señor eligió un mártir de entre los primeros aspirantes.
Después llegaron a tener sus decurias, pero ya decimos que con carácter secundario. Sin embargo, la Juventud arraigó al fin y los adolescentes dieron un resultado sin sospechas. Fue entonces cuando hubo que pensar en ellos, y el 8 de mayo de 1931 nació su organización propia, pensada y encaminada para su bien, con un fin primordial de captación y formación infantil. Y es aquí donde se hace necesaria una nueva llamada: el alma de la fundación fue también requerida por Dios, pero a esa inmolación no menos gloriosa que es el sacerdocio. Don Juan Bautista García del Castillo es hoy párroco de Abla (Almería).
He aquí por dónde que las dos tónicas más gloriosas de la Juventud –el sacerdocio y el martirio- empiezan ya a darse como una constante histórica desde el nacimiento de su obra más representativa y que, después, sus dedicaciones más fervorosas estén signadas por la inmolación. Así, Manolo Llanos, el delegado nacional que murió con el crucifijo clavado en el corazón; Antonio Rivera, el mutilado héroe del «tiro sin odio», y la legión de levitas que encabezaron Aparici y García del Castillo.
Convendrá meditar sobre estas características. Por lo pronto, no olvidemos una consecuencia: ¡Qué gran cosa no será nuestra obra predilecta que mereció la gran siega de Dios! Nada puede extrañarnos que ahora sea una cantera de dirigentes. Es el ciento por uno de la promesa.