Nadie más que Jesucristo. En su persona, en sus palabras y actuación, está condensado todo el cristianismo. “Pasó por la vida haciendo el bien y compadeciéndose de la gente”. Muchos creemos que si volviera de nuevo a la tierra, los hombres le crucificarían como el primer viernes santo en Jerusalén. A su muerte y resurrección precedió la aclamación y entusiasmo del pueblo llano el domingo de Ramos. Este será el camino que habrá de recorrer su Vicario en la tierra.

En estos primeros días de su elección está, como Jesús, recibiendo los vivas y hosannas del pueblo llano, ante el asombro de muchos reticentes. El papa sabe bien y lo tiene muy asumido, que en breve vendrán los días de su pasión. Como buen discípulo deberá seguir las huellas de su Maestro. No tardarán - a los hechos me remito - en traicionarlo, abandonarlo y crucificarlo como a Jesucristo. El camino del servicio al pueblo, que no del poder sobre el pueblo, conlleva la entrega de la vida por el bien y la salvación de todos. En este trance, el papa Francisco no se encontrará solo. La luz del Espíritu le acompañará y la oración de sus hijos le dará la fuerza que necesite para llevar su cruz en espera del día de la resurrección.

MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN