Nos dijo que toda actitud responsable en ecológica, se inicia poniendo énfasis en el ser humano. Nos mostró que la defensa coherente del medio ambiente pasa por defender el núcleo social de la familia, que se forma a partir del matrimonio entre un hombre y una mujer. No debemos olvidar que la defensa del medioambiente tiene que tener en cuenta a los excluidos y marginados, especialmente a las víctimas de desastres naturales y la contaminación humana.
La recta relación entre el ser humano y la naturaleza parte del reconocimiento, por parte del hombre, de su condición de criatura: el hombre no es Dios, sino Su imagen; por eso, debe procurar volverse más sensible a la presencia de Dios en aquello que está a su alrededor: en todas las criaturas y, especialmente, en la persona humana hay una cierta epifanía de Dios. “Quien sabe reconocer en el cosmos los reflejos del rostro invisible del Creador, es llevado a tener mayor amor a las criaturas” (Benedicto XVI, Homilía en la Solemnidad de la Santísima Madre de Dios, 1-01-2010).
El ser humano podrá respetar a las criaturas en la medida en que tenga en su espíritu un sentido pleno de la vida; en caso contrario, terminará por despreciarse a si mismo y a lo que le rodea. Por eso, la primera ecología que debe ser defendida es la "ecología humana" (cf. Benedicto XVI, Encíclica Caritas in Veritate, 51). Es importante ver cuando el ser humano pierde la referencia de Dios, se ve como un intruso indeseable en la naturaleza. Se siente culpable de ser diferente de todo lo creado y se recrimina por ello. Este sentimiento de culpa le lleva a despreciar la naturaleza humana que Dios nos ha dado y nos lleva a buscar formas incruentas de suicidio social y económico. Tristemente, es frecuente que ser humano pone a la naturaleza como bien supremo y al mismo tiempo, se coloca a si como esclavo de la misma.
En un mensaje dirigido a monseñor Geraldo Lyrio Rocha, arzobispo de Mariana y presidente de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB), con motivo de la Campaña de Fraternidad, Benedicto XVI dijo que "la creación gime con dolores de parto, que se hace eco de las palabras de san Pablo en la Carta a los Romanos (8,22), podemos incluir entre los motivos de tales gemidos el daño provocado en la creación por el egoísmo humano. Con todo, es igualmente verdadero que la "creación espera ansiosamente la revelación de los hijos de Dios" (Rm 8,19). Así como el pecado destruyó la creación, ésta es también restaurada cuando se hacen presentes "los hijos de Dios", cuidando del mundo para que Dios sea todo en todos (cf. 1 Co 15, 28).”
Benedicto XVI también expresó la necesidad de desarrollar un nuevo estilo de vida que respete la naturaleza y abogue por el desarrollo socioeconómico sostenible. En unas declaraciones del Papa para el seminario “Cambio Climático y Desarrollo”, que se realizó en el Vaticano, el Papa Emérito les dijo a los participantes que “contribuyan a incentivar la búsqueda y promoción de estilos de vida, y modelos de producción y consumo, que respeten todo lo creado”.
Algunos han llamado a Benedicto XVI el “Papa Verde”, yo no me atrevería a llamarlo así, ya que su pensamiento da unos cuantos pasos más allá del concepto de conservación puramente ambiental. El Papa Emérito nos legó un pensamiento que centra la responsabilidad ambiental en el ser humano y en las generaciones futuras. No se trata de conservar a costa del ser humano, sino de hacer más pleno al ser humano conservando y gestionando responsablemente el don de la naturaleza.
No creo que podamos olvidar este aspecto tan interesante del pontificado de Benedicto XVI, ya que ha abierto una puerta olvidada dentro de nuestra fe.