El amor es un bien espiritual… y como todo lo que pertenece a este orden, es invisible a los ojos de nuestra cara, aunque no lo son los frutos que produce este bien tanto en su lado divino o sobrenatural, como en su lado natural o humano. Como ya más de una vez hemos comentado, Dios es la única fuente de amor existente, Él genera todo el amor que existe, porque el amor humano no es generado por nosotros. Escribe San Juan y nos dice: "…., quien teme no ha llegado a la plenitud en el amor. Nosotros amamos, porque Él nos amó primero”. (1Jn 4,19). Nuestro amor, el amor entre nosotros es solo un reflejo del amor sobrenatural divino.
En el ser humano su amor exige siempre reciprocidad, si esta no se da, el impulso inicial de amor que puede darse entre dos personas, lo que vulgarmente se llama flechazo, se marchita por la falta de reciprocidad. La persona viene a este mundo con la necesidad de amar y ser amada, ella ama con la esperanza de que la amen. Amar y ser amado es la base de la reciprocidad, y cuando una persona no ama o no se siente amada la infelicidad hace mella en ella.
Caso distinto es el amor de los padres a los hijos, en el que la reciprocidad aunque nunca debería de quebrase, se quiebra porque hay hijos o hijas que no aman a sus padres y no por ello los padres dejan de amarlos
El amor una vez, que se ha generado, sea este el que sea y la forma en que se haya iniciado, para su continuación y crecimiento necesita reciprocidad. Sin reciprocidad tal como hemos dicho, el amor se marchita. La reciprocidad es como un alimento que el amor necesita, no solo para sobrevivir sino también para crecer. Hay veces en que la reciprocidad es necesaria para su generación. Tal es el caso, por ejemplo de unos jóvenes que se conocen y a primera vista se interesa el uno por el otro u otra, se inicia así un pequeño grado de reciprocidad, siesta reciprocidad aumenta puede terminar en la vicaría.
Cuando el hombre, que tiene la necesidad de amar y de ser amado, si no puede satisfacer esta exigencia natural, la existencia se le vuelve insoportable. La necesidad de sentirse amado, es una característica del hombre, cuya vida, en todas sus dimensiones, biológica, psicológica, espiritual… necesita sentirse amado, sin la satisfacción de tal necesidad, el hombre se desequilibra, incluso llega a enfermar síquicamente.
El de los amores humanos no correspondidos, es un tema complicado. Generalmente estos amores, más conciernen a unas épocas de adolescencia y de juventud, cuando el ser humano, sea ella o sea él, comienzan a asomarse a la vida, al mismo tiempo que secretamente empiezan a enamorarse de otro o de otra, que es ignorante de ese amor secreto que se le tiene y que, unas veces puede ser que sea objeto de deseos recíprocos y otras veces no, y es precisamente, es en esta época de la vida, cuando nace la tragedia de amar sin sentirse amado. Más adelante los amores no correspondidos terminan por marchitarse, cosa esta que no ocurre en el amor sobrenatural del Señor, cuyo amor por nosotros aunque no sea correspondido o lo uq es peor repudiado, no por ello el Señor deja de amar el alma que no le ama y su paciencia con ella es infinita.
En el tema de los amores no correspondidos, entramos en el mundo de los celos, las pasiones, los engaños, y todas esas figuras que juegan alrededor del amor entre las personas, cuando este amor más de una vez, se mezcla con la impureza de los deseos humanos, al margen de lo por Dios dispuesto. Y aun permaneciendo puro, este amor entre las personas, cuando no es correspondido, crea verdaderos traumas y heridas, que casi siempre son el fruto de una falta de humildad, que más de una vez, el tiempo se encarga de cicatrizar.
Aludiendo a la necesidad de la reciprocidad en el amor, dice San Juan de la Cruz, que: “El que ama no puede estar satisfecho si no siente que ama tanto como es amado”. Y solo en el amor al Señor, es donde podemos tener esa garantía de que somos siempre amados, mucho más de lo que nosotros seamos capaces de amarle a Él. Y esto es así, sencillamente, porque al ser Dios un Ser ilimitado en todas sus manifestaciones, su amor es siempre ilimitado, y el amor que nosotros seamos capaces de devolverle, siempre será un amor limitado en relación a su intensidad y cuantía. Un pobre y raquítico amor comparado con el que Dios nos tiene.
Pero es de considerar que no hay reciprocidad correspondida, pues mientras que Dios nos ama a todos, su amor a nosotros a cada uno de nosotros se generó el día que no creo, y difícilmente podíamos nosotros darle reciprocidad a su amor. Pero es el caso que son muchos los que no le aman y sin embargo el siempre los ama, hasta el último momento en que se nieguen a aceota el amor de Dios y se salgan de su ámbito de amor.
Esta necesidad de ser correspondido en el amor, la siente el mismo Dios, cuando se nos queja de que ¡El Amor no es amado! ¡Haz amar al Amor! Dios es amor, y debemos procurárselo. El mismo Jesús se queja: Debes creerme como suena, hija mía. ¡Tengo necesidad de amor! Como un hambriento necesita pan y un sediento necesita agua. Yo tengo necesidad de amor.
- Libro. AMAR A DIOS.- www.readontime.com/isbn=978461164509
- Libro. LA SED DE DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461316281
- Amar y ser amados. Glosa del 20-01-10
- ¿Pero, es verdad que Dios nos ama? Glosa del 25-04-10
- Amor de Dios individualizado. Glosa del 27-04-10
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La fecha que figura a continuación de cada glosa, es la de su publicación en la revista ReL, en la cual se puede leer la glosa de que se trate.