Cuando me sugirieron poner un título a este Blog, no dudé: Cristo ama a la Iglesia.
Me impresiona mucho el texto de Efesios: "Cristo amó a la Iglesia. Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra y para presentarla gloriosa y sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. (Ef 5, 25-27)
Ignacio de Loyola lo captó muy bien en sus "Reglas para sentir con la Iglesia: "La primera: depuesto todo juicio, debemos terner ánimo aparejado y pronto para obedecer en todo a la verdadera esposa de Cristo, que es nuestra santa madre Iglesia jerárquica." Ejercicios Espirituales (353).
La Iglesia no nace de una experiencia humana sino del amor apasinado de Cristo.
La criatura existe por que ha sido amada y la Iglesia existe porque ha sido amada por Cristo el Señor.
Y Jesús sabía muy bien por quién se entragaba. Sabía perfectamente las iniquidades que, nosotros hijos de la Iglesia, íbamos cometer.
Es delirante que yo, encuentre en sus debilidades motivos para no amarla. Yo que estoy tan lleno de pecados. Jesús sabía perfectamente por quién moría. ¿Pensamos que Jesús no conocía los pecados de la Iglesia mejor que nosotros? Y, sin embargo, amó y ama a esta Iglesia.
Y la ama para que sea inmaculada y santa. En la Jerusalén celestial se presentará "arreglada como una novia que se adorna para su esposo". (Ap 21,2)
Como Cristo ama a la Iglesia quiero amarla yo.