Si meditamos acerca de la importancia del amor en el desarrollo de nuestra vida espiritual…, a fin de encontrar nuestra salvación acercándonos, cada vez más a Dios, llegaremos de inmediato a la conclusión de que el amor es el todo, es por ello que San Pablo nos dice: “En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande todas es el amor”. (1Cor 13,13).

            La importancia que en la vida del hombre tiene el amor, tiene una lógica aplastante. Para comprender esta importancia basta con solo pensar, que todos hemos sido creados por razón de amor y para ser eternamente felices en el Sumo amor que es el Señor. Porque Dios tal como reiteradamente nos dice el discípulo del amor que es el evangelista San Juan, Dios es amor y solo amor (1Jn 4,17). Pero no se circunscribe la importancia que el amor tiene en nuestra vida espiritual donde el amor es el todo, sino también a la vida material, pues ella en el hombre es una proyección de su espiritualidad. Todo tiene que ver con el amor, hasta la propia búsqueda de Dios por el hombre, pues ella, no se alcanzan con el conocimiento: siempre tiene que ver y conocer con el amor.

           Esta importancia del amor en nosotros nos la pone también de manifiesto el parágrafo 25 del Catecismo de la Ilesia católica que nos dice:

          "25.- Por encima de todo, la Caridad. Para concluir esta presentación es oportuno recordar el principio pastoral que enuncia el Catecismo Romano: Toda la finalidad de la doctrina y de la enseñanza debe ser puesta en el amor que no acaba. Porque se puede muy bien exponer lo que es preciso creer, esperar o hacer; pero sobre todo se debe siempre hacer aparecer el Amor de Nuestro Señor a fin de que cada uno comprenda que todo acto de virtud perfectamente cristiano no tiene otro origen que el Amor, ni otro término que el Amor”.

           Por su parte Benedicto XVI en el punto 6 de su Encíclica “Deus Caritatis est”, nos dice: “El amor engloba la existencia entera y en todas sus dimensiones, incluido también el tiempo. No podría ser de otra manera, puesto que su promesa apunta a lo definitivo: el amor tiende a la eternidad. Ciertamente, el amor es  “éxtasis”, pero no en el sentido de arrebato momentáneo, sino como camino permanente, como un salir del yo cerrado en sí mismo hacia su liberación en la entrega de sí y, precisamente de este modo, hacia el reencuentro consigo mismo, más aún, hacia el descubrimiento de Dios: “El que pretenda guardarse su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará”. (Lc 17, 33), dice Jesús en una sentencia suya que, con algunas variantes, se repite en los Evangelios (cf. Mt 10, 39; 16, 25; Mc 8, 35; Lc 9, 24; Jn 12, 25)”.

           El amor para el hombre, es el todo de todo, él necesita amar y ser amado, y cuando esta necesidad que tiene de amar y ser amado, no alcanza a desarrollarla se siente desgraciado e incomprendido y cuando esto ocurre, generalmente orienta su vida hacia los bienes materiales, tratando de hallar en su posesión la felicidad que no tiene en el amor. Jacques Philippe, escribe diciendo: “El hombre ha sido creado por amor y para amar, y solo puede hallar la felicidad amando y siendo amado. Como dice Santa Catalina de Siena: el hombre no sabría vivir sin amor”.

           El hombre no puede vivir sin amor. El amor es lo que da sentido a su vida y a su forma de conducirse y comportarse en este mundo. Cuando él busca la aceptación humana, muchas veces sin saberlo, lo  que está buscando es precisamente amor. Para Pedro Finker: “La necesidad de sentirse amado es un característica del hombre, cuya vida –en todas sus dimensiones, biológica, psicológica, espiritual…- sin la satisfacción de tal necesidad se desequilibra”.

             La persona humana si quiere ser amado, necesita primeramente ser él, el primero que ame. Y este principio no solo  es aplicable al amor humano sino también al amor sobrenatural, porque Dios quiere a todo el mundo, creyente o no creyente, pero lógicamente ama más al que más le ama. Para quererse sentir amado por Dios, primeramente se ha de empezar por querer amar a Dios. Thomás Mertón, escribe diciéndonos: “Todo el que ama, puede decir sin dudar, que es amado. Y el desea amar, ya ama y por lo tanto es amado. Dios nos ama únicamente a fin de amar en nosotros, y al amar en nosotros, nos une a Él”. Por su parte Chiara Lubic, fundadora del movimiento de los Focolares, también nos dice: “El alma no tiene derecho al amor antes de amar; recibirá amor cuando tenga amor. Dios la ha hecho a su imagen y semejanza y respeta en ella, la dignidad de la que la ha revestido. Es el alma la que ha de tomar la iniciativa y comenzar a amar, correspondiendo a la Gracia. Y entonces viene Dios, se manifiesta a quien le ama, da a quien tiene y este permanecerá en la abundancia”.

           Y si resulta que todo esto es así y queremos santificarnos alcanzando la mayor gloria futura contemplando el Rostro del Señor, uno puede preguntarse: ¿Quién es el que ama más? la contestación a esta pregunta, aunque pueda parecer difícil es muy sencilla: Ama más el que más desea amar. En esta línea de pensamiento, se encuentra el maestro Jean Lafrance que cuando escribe nos dice: “Si hay verdadero deseo, si el objeto del deseo es realmente la Luz y el deseo de Luz produce Luz”.

             En la vida material si deseamos algo hemos de luchar materialmente para conseguirlo, en la vida espiritual, no hay que luchar solo desear. La razón de esto, es la de que el Señor, como expresión y en consecuencia de su amor ilimitado por nosotros, está siempre ansioso de concedernos, lo que en el orden espiritual le pidamos. Lo único que además del deseo, hemos de poner de nuestra parte, es la constante perseverancia que hemos de tener, en  mantener vivo el deseo. Y este principio enunciado, rige no solo con referencia al amor, sino también para la adquisición nuestra de cualquier bien espiritual que queramos lograr, sea este una virtud esencial cual es la fe, u otra virtud cualquiera que sea, pues bien escasos estamos todos de ellas. Por ello y para concluir y en contestación a la pregunta del título de esta glosa, diremos que: Ama más, el que más desea amar.

            Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

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