Año del Señor 2019
25 de noviembre
Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
TE PRESENTO A JESÚS
Anoche estuve un ratito con el Señor en el Oratorio del Noviciado. Allí, a Sus pies, está colocado un libro de peticiones. En sus páginas están las peticiones de tantas personas que, al pasar por nuestro locutorio, nos han pedido escribir en él.
Al verlo, estuve orando un rato por cada una de esas personas, y recordé que, al principio de conocer al Señor, me surgió la duda de cómo podíamos saber que Él nos cuida y nos escucha si muchas de las cosas que Le pedimos parece que no se cumplen...
Y me dieron una respuesta que encajó profundamente en mi corazón y, desde entonces, nunca la he olvidado. Y es que, cuando nosotros Le pedimos algo al Señor, lo que nos suele ocurrir es que nos hacemos nuestra idea perfecta de cómo tiene que ser Su respuesta, y, cuando no llega la solución tal y como nosotros nos la habíamos imaginado, nos cuesta mucho ver la mano del Señor. Y esto sucede porque, al orar de esta forma, ponemos nuestra mirada en una única dirección: la de la solución que esperamos.
Sin embargo, si presentamos las cosas al Señor, si hacemos ese acto de entregarle lo que llevamos en el corazón, Le estamos dejando las riendas a Él, Le estamos diciendo que la situación Le pertenece y que confiamos en que es Él quien sabe cómo ponerle solución. Él siempre está obrando, lo que sucede es que muchas veces son nuestros ojos los que no saben verLe. Por ello, qué bueno es pedirle unos ojos nuevos para que podamos descubrir cómo lo va a hacer... ¡y Él lo hace!
Hoy el reto del amor es presentarle al Señor esa intención que llevas en el corazón: esa persona que está enferma, esa circunstancia que no sabes cómo solucionar, eso que en tu corazón comienza a pesar... Entregárselo no es desinterés o pasividad, sino confianza en quien sabes que realmente es tu salvación.
VIVE DE CRISTO
¡Feliz día!
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