Una de los peligros contra los que advertía Pablo VI en su encíclica de 1968, Humanae Vitae, fue que “el hombre, habituándose al uso de las prácticas anticonceptivas, acabase por perder el respeto a la mujer y, sin preocuparse más de su equilibrio físico y psicológico, llegase a considerarla como simple instrumento de goce egoísta y no como a compañera, respetada y amada”. Todos sabemos las críticas y las burlas que tuvo que soportar el Papa.
Pues bien, ahora, curiosamente, un reportero del muy secularista New York Times, Alex Williams, acaba de publicar una columna, titulada “El fin del noviazgo”, que desarrolla la misma idea.
El artículo de Williams argumenta que una sobredependencia de la tecnología y años de vivir en lo que llama la cultura del “hook up” (relaciones sexuales banalizadas y con múltiples parejas) han dejado a los veinteañeros tan confundidos que son incapaces de navegar los mares del noviazgo.
El artículo arremete con varios mitos políticamente correctos, como que el sexo, si es consentido y “seguro” no provoca daño alguno, que la anticoncepción y el aborto no tienen consecuencias, que las relaciones prematrimoniales son algo positivo o que la masturbación es una actividad normal y saludable. No está mal para el Times.
Lo cierto es que hay constancia de que las relaciones sexuales con múltiples parejas causa un profundo daño psicológico, especialmente en las mujeres, que las píldoras anticonceptivas tienen efectos secundarios negativos, que el aborto marca traumáticamente a las mujeres que se someten a esta práctica y que las adicciones a la pornografía son una plaga que golpea a miles de jóvenes. Estamos pues asistiendo a la realización de lo que advirtiera en su día Pablo VI en relación a la revolución sexual, y lo que vemos es devastador. ¿Aún habrá quién tenga ganas de burlarse?