Según informa el diario , aunque las pruebas que aporta (vea la carta que presenta en la propia noticia a la izquierda) no parezcan concluyentes, la Universidad de Alcalá de Henares se propone abrir una especie de salón multirrezos para que todos los que lo deseen puedan orar en él, sean de la religión que sean. Un salón multirrezos que a uno se le antoja como un parque temático o un centro de interpretación de religiones, ahora que tan de moda se han puesto los espantosos “centros de interpretación” pomposamente llamados estropeando los más bellos monumentos del país. Una iniciativa que, por otro lado, viene a coincidir con el debate artificialmente creado sobre las ocho capillas existentes en las universidades madrileñas, que en aras a una hipotética falta de espacio en la Universidad (¡¡¡otra cosa que espacio en la universidad…!!!), se quieren cerrar. Y la verdad es que una estrella de seis puntas, acompañada de una cruz, y de una media luna, con otro rincón vacío para los que no admiten las imágenes, y un budita a la entrada, no consigo imaginármelo ni en un cuadro de Dalí.
Si por la parte de la oferta el invento me cuadra mal, por la de la demanda me cuadra peor. España, mal que les pese a algunos y por mucho que se nos ponga gorda la boca hablando de nuestra cacareada diversidad (conozca algo sobre ella si lo desea pinchando aquí), es uno de los países más uniformes que existe en Europa, y en el mundo, por lo que a su composición demográfico-religiosa se refiere, con índices de unanimidad difícilmente superables. Más del 90% de los españoles, mucho más del 90% de los españoles, son católicos: practicantemente católicos, algunos; confesionalmente católicos, otros; sólo “cultural”, o “social”, o “histórica”, o “antropológica”, u “originariamente” católicos, pongan Vds. el adjetivo que prefieran, los demás… pero al final, católicos(1).
Siempre según informa El País, la dirección de la Universidad afirma que la iniciativa se toma para atender a las necesidades religiosas de los estudiantes que no son españoles, pero entonces, no deja de llamar la atención que mientras se tienen tantos miramientos para con esa exigua minoría que son los estudiantes que no son ni españoles ni católicos -vaya Vd. a saber cuántos de ellos verdaderamente interesados en la iniciativa-, no se dé el trato que corresponde a esa gran mayoría que forman los que sí son ora españoles, ora católicos, obligándoles a compartir el culto con otros que nada tienen que ver en un más que exiguo espacio. Y eso cuando, como ocurre en otras universidades distintas de la de Alcalá, no se trabaja denodadamente para quitarles la capilla que ya tienen.
Mucho me temo que lo único a lo que conduzca iniciativa como la presente, -si es verdad que se pretende llevar a la práctica y no se trata de una “paisada” más a la que el periódico otrora gubernamental nos tiene acostumbrados-, sea a que ni católicos ni no católicos se sirvan de ella, por sentirla tan extraña como ajena. Y que pasado un tiempo, una capilla vacía sirva “a alguien” para argumentar, -“como queríamos demostrar” según dicen los matemáticos-, que el servicio religioso universitario es innecesario. Desatendiendo, por cierto, lo que son las cosas, uno de esos momentos mágicos en los que el ser humano, y particularmente “el ser humano español y joven”, más vuelve sus ojos hacia Dios: el de los prolégomenos de un examen. ¿O no?
(1) Según datos del Centro de Investigaciones Sociológicas de marzo de 2009 que manejé en su día (), el 76% de los españoles se declara católico y un 42,3% mediana o profundamente practicante.
©L.A.
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