Sin entrar a demostrar la incongruencia de denominar “matrimonio”, (contra el sentido común, cultural y lingüístico) a la unión de dos personas del mismo sexo, creo oportuno hacer unas puntualizaciones para los fieles católicos.
1-La autoridad de Dios es la única que dicta lo que es bueno o malo.
2-Este dictamen llega al hombre por medio de la revelación divina.
3-La revelación nos consta en la naturaleza, en la persona de Jesucristo y en el universal consenso.
4-El discernir el bien o el mal no es cuestión sólo de la conciencia personal.
5- Tampoco es cuestión de mayorías o minorías.
6- Hay referentes objetivos: Dios, su Palabra, (Biblia-Jesús) Iglesia- Tradición
7-La ley natural obliga a todos los hombres, sean o no cristianos o católicos
8-La moral de la Iglesia no es consecuencia de la normativa judeo-cristiana.
9-“Los actos homosexuales son objetivamente desordenados. Son contrarios a la Ley natural. No pueden recibir aprobación en ningún caso” Nº 2357 CIC
10-“La legalización jurídica de parejas homosexuales va en contra de la naturaleza humana y revela una corrupción grave de la conciencia moral ciudadana” Monseñor Elías Yanes.
11-“Estamos ante una propaganda masiva a favor de la homosexualidad. Hablar de discriminación está fuera de lugar. No hay tal ni se margina a los homosexuales, pero esto no quiere decir que haya que equiparar sus uniones a los matrimonios” Erich Kock en el Avenire
12-“Equiparar las “uniones homosexuales” al matrimonio es una aberración contra la ley natural. Se hace responsable de los graves efectos negativos que tendría para la sociedad la legitimación de un mal moral. Permitir que los homosexuales adopten niños es atentar contra los derechos de esos niños que el día de mañana, cuando caigan en la cuenta de la realidad, sufrirán taras psíquicas al compararse con el resto de sus compañeros. Destacados científicos están en contra de la adopción de niños por parejas homosexuales, por los traumas psíquicos que esto sería para el niño” ABC(4/9/94) pg.52
N.b. No se trata aquí de imponer NADA A NADIE, pero sí de tener claros unos criterios bien fundados para saber distinguir lo verdadero de lo falso”.
MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN