Dejando a un lado la débil argumentación, que se  queda en un carácter utilitarista y obvia otras razones mucho más profundas, no deja de ser admirable que el autor, aunque sea solo por epatar, rompa el tabú del Sistema y ataque el divorcio.


Me hubiera sorprendido más todavía, por increible, que hubiera sido por un articulista o tertuliano de un medio de comunicación social propiedad de la CEE.

Pero aún así no deja de provocarme admiración