Acaba de publicarse en Francia un libro, titulado A la izquierda de Cristo, que revisa la historia y hace balance del cristianismo de izquierdas en nuestro vecino del norte. Al mismo tiempo Temoignage Chretien, la publicación más emblemática de ese cristianismo izquierdista, pujante en los años 70, acaba de echar el cierre.
Gerard Leclerc, en un artículo titulado ¿El fin del cristianismo de izquierdas?, se interroga por el fracaso de una corriente que, en el posconcilio, parecía tenerlo todo de cara. Y aporta algunas reflexiones interesantes.
Como que para estos cristianos, al haber apostado por el proyecto de secularización de la izquierda, la victoria de éste ha supuesto la disolución del propio cristianismo de izquierdas. Además, constata, el cristianismo de izquierdas no ha encontrado hueco político en el fragmentado mundo de la izquierda francesa. Como máximo ha conseguido el papel decorativo de compañero de viaje, útil de vez en cuando para legitimar ciertos posicionamientos, pero sin ninguna influencia real.
Pero más decisivo en su fracaso ha sido la imposibilidad de poner el cristianismo al servicio de un proyecto político, algo que por su propia naturaleza supone una aberración y que ha fracasado repetidamente a lo largo de la historia, desde los tiempos del cesaropapismo. Cristianos por el socialismo ayer, cristianos por el nacionalismo ahora, cristianos por lo que sea mañana, todos están condenados al fracaso porque el único cristianismo con el futuro asegurado es el cristianismo por Cristo.