Año del Señor 2018
15 de julio
Hola, buenos dÃas, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz dÃa.
ENTRENAMIENTO PARA EL CIELO
Ayer por la tarde, cuando llegué a VÃsperas, me di cuenta de que sentÃa una molestia en el brazo derecho. Pensando en qué podÃa haber sido lo que me producÃa ese pequeño dolor, me di cuenta de dónde provenÃa: ¡no era más que las tÃpicas agujetas!
Y es que por la mañana habÃa estado realizando una tarea repetidas veces: cuando grabamos una medalla (o, en este caso, una cruz), para que se vea bien la grabación le añadimos un tinte negro que seca en 15 segundos, y después hay que retirarlo frotando un poco.
Al realizar esto una y otra vez, me habÃan quedado agujetas en el brazo.
Me hizo gracia, porque pensado qué son las agujetas, me daba cuenta de que, en realidad, me salen por la falta de costumbre. Pero lo curioso es que, después, el músculo queda fortalecido. Y si continúo con esa tarea, ya no me dolerán, sino al contrario, cada vez estaré más fortalecida.
Aquello me llegó a lo profundo, porque me daba cuenta de que ya habÃa dejado de pensar en mi brazo, y sentÃa que estaba hablado del corazón. Quizá más duro que cualquier ejercicio fÃsico es la entrega, es amar sin medida. Quizá muchas veces nos encontramos con las agujetas, pero, por ello mismo, lo mejor es no detenerse ahÃ. Si no dejas de amar, Cristo te va regalando la experiencia de que al entregarnos es cuando somos más felices, y cada vez estaremos más fortalecidos.
Me suele gustar pensar que esta vida es tan solo un entrenamiento para el Cielo, un entrenamiento del corazón, donde aprendemos a amar y donde aprendemos a dejarnos amar; donde necesitamos dejar que nuestro corazón se ensanche hasta lÃmites insospechados para nosotros, hasta donde nunca nos imaginarÃamos que podrÃamos darnos a nosotros mismos.
Y, al igual que los músculos necesitan del oxÃgeno y nutrientes que les aporta de forma continua el riego sanguÃneo, pues del mismo modo nuestro corazón se alimenta de Cristo, de Su sangre, de la oración, donde lo recibimos todo de Él, donde podemos abrirnos a su Amor, y donde comienza todo nuestro ser a funcionar de verdad. Y, al igual que, aunque tengamos muchas agujetas, la sangre sigue alimentando al músculo, ¡lo mismo pasa con Jesucristo! Por muchas agujetas que tengamos, ¡Él siempre sigue a nuestro lado, reconstruyendo y fortaleciendo nuestro corazón!
Hoy el reto del amor es hacer ejercicio. Solo necesitas dos cosas para ser feliz: la oración y el amor. Por ello, busca a Cristo, deja que su Amor te llene el corazón, y desde ahÃ, hoy dedica de tu tiempo a escuchar a todo el que el Señor te ponga en tu dÃa.
VIVE DE CRISTO
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¡Feliz dÃa!
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