Para entrar en este tema…, lo primero de todo, para conocer las posibilidades de actuación que nosotros tenemos y saber dónde nos encontramos, es necesario que nos fijemos nuestro punto de referencia que es Dios y así podamos dejar sentada, cuáles son nuestras capacidades y limitaciones para una correcta actuación, mientras estemos en este mundo. En este mundo, nuestra actuación es siempre un producto de la voluntad, pero una vez que lo abandonemos y si llegamos al cielo, nuestra voluntad habrá desaparecido, porque estará totalmente identificada con la divina. En el cielo solo existe la voluntad de Dios, por lo que careceremos de problemas relacionados con la voluntad, que ya no tenemos, lo cual determina que nunca podremos actuar incorrectamente y mucho menos pecar.
El tema cambia, si es que aparecemos en el infierno. Si nos vamos al infierno, Dios no lo quiera, también allí no se podrá actuar incorrectamente, pues al abandonar este mundo perdemos habremos perdido ya la capacidad que ahora tenemos de meritar o de pecar, porque la prueba de demostrar nuestro amor al Señor, habrá concluido ya. Con el grado de gloria o condenación que alcancemos, así nos quedaremos eternamente.
Como sabemos Dios es un ser infinito, carente de cualquier clase de limitación que nos podamos imaginar. Esta infinitud divina es absoluta y solo Dios la tiene, porque solo Él es el Creador absoluto, de todo lo que tenemos conocimiento de su existencia, como es el mundo material visible y el invisible, y muy posiblemente por no decir con toda seguridad, de otras muchas creaciones, de cuya existencia nosotros no tenemos conocimiento. La grandeza de Dios es de tal magnitud, que nosotros y toda la creación universal visible e invisible que sabemos que existe, no son nada para Dios, quizás una gota de agua en un océano.
Las manifestaciones de la infinitud divina que conocemos son varias. La primera de ellas es la eternidad, es decir la carencia del concepto tiempo que para nosotros es tan fundamental y que solo se trata de una especie de dogal que el Señor nos ha puesto a los seres que habitan este mundo, pero solo el hombre es consciente de lo que representa el tiempo y sabe que va a morir, los animales también mueren, pero a ninguno de ellos ni saben que van a morir ni les preocupa su muerte. La función de la existencia del tiempo en el hombre tiene la finalidad de que este sea consciente que lo suyo no es la vida natural terrestre sino la sobrenatural, que el Señor le tiene preparada. Aquí solo estamos de paso y si en este mundo viviésemos en la eternidad difícilmente seríamos conscientes de estar aquí de paso.
La eternidad solo es propia de Dios, nadie excepto Él puede ser eterno, porque para ello es necesario no haber tenido nunca un principio y carecer de un fin, es lo que se representa por los signos alfa y omega del alfabeto griego, estas las dos letras primera y última de dicho alfabeto griego. Los ángeles, nosotros y toda criatura con alma, que Dios haya creado y de la cual no tengamos conocimiento, son todas criaturas inmortales, pero nunca eternas pues todas no tendrán fin pero han tenido un principio, han sido creadas y a Dios nadie lo creó. El alma nuestra alma, pertenece al orden divino, que es el orden espiritual, y todo lo que pertenece a este orden superior simple y por ello incorruptible, no se puede descomponer, porque la descomposición es la desaparición.
Y dicho lo anterior, hemos de señalar que nosotros hemos sido creados por Dios con unas capacidades y limitaciones, que condicionan nuestras actuaciones en este mundo, porque a diferencia con Dios, nosotros somos seres finitos no infinitos y por lo tanto limitados. Aquí abajo nos desenvolvemos con capacidades y limitaciones del orden natural humano, arriba estas tendrán carácter sobrenatural y ellas carecerán de limitaciones. Lo esencial aquí es saber que Dios al crearnos nos ha dado una libertad para amor y para pecar, pero son distintas las dos capacidades que tenemos.
Nuestra capacidad para poder ofender a Dios tiene unos límites marcados, esta limitación es la que le marcan los mandatos divinos de los Mandamientos de la Ley de Dios, los de la Santa Madre iglesia, y las aseveraciones evangélicas. En el caso del amor el hombre carece delimitación alguna, puede llegar hasta donde esté su límite de su amor a Dios. Es decir nuestra capacidad de actuación amando a Dios, es ilimitada y subsiguientemente es también es ilimitada nuestra capacidad de adquirir méritos a los ojos de Dios. Precisamente nuestro mérito está ahí, en no traspasar el límite que Dios nos ha señalado, venciendo nuestra tendencia concupiscente. En la actuación humana, Dios no le ha puesto límite alguno a ella y puede llegar hasta el límite de su capacidad, es este el caso del amor del hombre o la mujer al Señor. Y llegado a este punto y movido por ese afán que suele tener el que vive pendiente del amor a Dios, inmediatamente uno se pregunta; ¿Hasta dónde llegará mi capacidad de amar al Señor? ¿Se puede esta agotar algún día?
La vida espiritual del alma humana, no es ni mucho menos una cómoda escalera ascendente hacia Dios, sin ningún sobresalto ni retroceso. Es más bien un escarpado camino de montaña siempre ascendente pero con alto y bajos, partes cómodas de atravesar y otras endiabladamente peligrosas y complicadas en las que uno se puede despeñar, si no anda con cuidado. Amar a Dios es una aventura apasionante, pero peligrosa porque el enemigo que en este caso es el maligno, no se queda cruzado de brazos viendo como uno avanza y él pierde la pieza y lo que es peor para él, que el ejemplo que da esa pieza que se le escapa, alerte a los demás y le sigan en su camino.
Personalmente creo que nuestra capacidad de amar al Señor tiene el límite que nuestra voluntad le quiera poner. Dios siempre se vuelca con un alma que le ama y no parece lógico que le vaya a poner trabas a nadie, Él todo lo puede y nuestras capacidades tampoco van a ser un obstáculo en nuestro amor al Señor. Por consiguiente, para otras cosas podemos tener y claramente tenemos una capacidad limitada, pero en el caso de nuestra capacidad para amar a Dios, es ilimitada, sin que ello quiera decir que nuestra ilimitación que Dios nos da pueda llegar a alcanzar la propia ilimitación divina.
Este tema es muy importante, ya que el grado de capacidad de amor a Dios que seamos capacea de alcanzar en esta vida, nos marcará nuestra eterna situación en cuanto a nuestra futura capacidad para gozar de los bienes espirituales que nos esperan.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.
- § Libro. DEL MÁS ACÁ AL MÁS ALLÁ.- www.readontime.com/isbn=9788461154913
- § LA SED DE DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461316281
- § Verdaderamente, ¿yo amo a Dios? Glosa del 28-07-10
- § ¿Es puro nuestro amor? Glosa del 14-09-10
- § Sin amor es imposible. Glosa del 14-10-10
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- § ¿Qué es amar? Glosa del 26-12-11
- § Nuestros deseos de amar a Dios. Glosa del 23-01-12
- § Querer tener deseos de amarte, Señor. Glosa del 19-12-10
- § Señor, ¿qué más puedo hacer yo por Ti? Glosa del 15-01-12
- § Generosidad en el amor al Señor. Glosa del 08-12-11
- § Generosidad en el amor. Glosa del 25-10-11
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