Esta mañana escuchaba en la COPE una entrevista con una Doctora que trabaja en esta Fundación tan humanitaria, como es REGALANDO SONRISAS. Tiene como objetivo el llevar sonrisa y alegría a tantos niños y necesitados que han sido atrapados por la terribles garras del cáncer.



                En el Blog que tienen  colgado en la Red dicen:  La Fundación Regalando Sonrisas tiene como misión dar apoyo a niños, adolescentes, ancianos, discapacitados en todo lo que ellos puedan necesitar. Les hacen pasar buenos ratos con actividades lúdicas y formativas. Y todos se sienten felices de amar y ser amados.

                Esta obra tan bella me ha hecho pensar un poco en la filosofía y teología del regalo. Estamos en una semana en la que casi todos nos regalamos algo. Pero hay que huir del regalo estándar, mecanizado, sin alma. No debemos olvidar que lo que más importa del regalo es el amor que  “envolvemos” al pensar en la persona amada. Hay una tendencia, entre pudientes, a recurrir al regalo caro, sofisticado, llamativo..., pensando que lo que importa es el “bulto”, lo que llama la atención, lo espectacular... Nos olvidamos que el verdadero valor del regalo está en lo que no se ve. En los corazones generosos y agradecidos.

                El celebre Obispo vietnamita Van Thuan, que sufrió muchos años de cárcel y  murió en el año 2002 siendo  Cardenal de la Iglesia, dice lo siguiente: Podrías decir: “¡No puedo hacer obras de caridad porque no tengo dinero!” ¿Por qué necesitas dinero para hacer obras de caridad?¿Y la caridad de una sonrisa, de estrechar la mano, de la compasión, la caridad de una visita o de la oración?

                En estos días intentaremos obsequiar a los que queremos con algún detalle. También recibiremos un regalo de alguien. Pero no podemos olvidar que lo que más necesitamos son sonrisas, una mano amiga que nos ayude, unas palabras amables, un rato de compañía... Muchos necesitados de amistad esperan de los “reyes” cosas que no se venden en las tiendas. Esperan, o esperamos, que alguien se acuerde de que existes. Que en el “zapato” que pongamos en la ventana de la esperanza, algún “rey” deposite con cariño una ilusión, un motivo para llenar el corazón de alegría, y tal vez los ojos de lágrimas. Que todos puedan decir, podamos decir, alguien que me quiere bien se ha acordado de mí.

                Sería bueno impulsar esa operación sonrisa, que debe durar todo el año, aunque los tres reyes magos se hayan marchado por otro camino hacia tierras lejanas.

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 Juan García Inza
uan.garciainza@gmail.com