Cuando pienso en estas cosas, enseguida llegó a la conclusión de que hay dos tipos de realidades que uno desea. Las que podríamos considerar "normales", las compartimos casi todas las personas: deseamos tener salud, ciertamente. Deseamos poder conservar el trabajo y que las cosas le vayan bien a nuestra familia. A veces tenemos pequeñas ilusiones, que son también muy importantes porque nos mantienen despiertos y vivos en el día a día: Fernando Savater decía hace no mucho que eran precisamente esas pequeñas cosas las que ahora llenaban su vida. No le falta razón.
Sin embargo, hay otra clase de "sueños", que tienen la virtud de estructurar toda nuestra existencia. Son como una especie de eje, alrededor del cual gira todo lo demás.
Hoy quería compartirles "el mío". No porque considere que sea especial, ni novedoso, sino, precisamente por si alguno de los que lo leen lo hace suyo también, y estas palabras mías le animan un poco. Lo mismo que me anima a mí el escribirlas.
Bueno, pues yo vivo con una meta: se llama España, y tiene que ver con su evangelización. Anteayer cruzaba Madrid por la M 40, y ante mis ojos se desplegaba un enorme paisaje urbano: grandes bloques de viviendas, urbanizaciones, parques… siempre me sucede: no puedo dejar de pensar en la inmensa cantidad de vidas de personas amadas por Dios, la mayor parte de las cuales probablemente terminará su existencia sin conocer siquiera esa verdad fundamental. Ya ven. ¡Esa verdad que es, precisamente, la que les da su mayor dignidad como seres humanos!
¿Acaso no es un drama? ¿Exagero a lo mejor? No sé, pero no puedo cruzar una ciudad sin evitar observar esos grupos de jóvenes que cruzan las calles en busca de relación, en busca del sentido, en busca de diversión. Ignoran el hecho fundamental de que Dios los busca a ellos, y de que sólo el encuentro con el puede dar sentido a sus vidas.
Pero ¿cómo hacerlo, verdad? Supongo que sí, supongo que muchos tenemos esta idea. De hecho llevamos ya años hablando de "nueva evangelización", sin que, aparentemente, la tendencia hacia la secularización absoluta se revierta, sino al contrario.
Es verdad que "cada maestrillo tiene su librillo", y, pese a la cerrazón de algunos grupos de cristianos, a la que ya nos ha hecho mención algunas veces este blog, cada vez más me convenzo más de que casi todos son razonables, y de que, si existen, es porque han encontrado su público.
Por mi parte, el que me interesa es el que forman la mayoría de las personas "normales". Esa gente que muchas veces no se siente identificada con las formas o el lenguaje de la Iglesia institucional, pero que guarda aún cierta inquietud espiritual en su interior. Hombres y mujeres que viven en familia intentando salir adelante, que escuchan las emisoras de radio y que ven los programas de más share en la tele.
Me parece que ese grupo mayoritario de la población necesitan vivir su fe en pequeñas comunidades, donde se supere el anonimato y el aislamiento propios de la sociedad de nuestros días, necesitan una fe expresada en categorías propias de su cultura, que pueden entender, y que, sobre todo, pueden aplicar en la práctica en el día a día.
Necesitan el apoyo de otros como ellos, con sus mismos problemas, que hayan ido iluminando su vida a la luz de la fe y que los puedan orientar, animar, corregir y consolar. Y así abrir un poco su vida a los más pobres, a los que tuvieron menos suerte que ellos.
Necesitan una liturgia, con símbolos que pueden comprender y que les digan algo. Necesitan una música con la que puedan identificarse, y que les ayude a celebrar. Y hablando de celebrar, necesitan también hermanos con los que descubrir un sentido nuevo a la fiesta y al pasarlo bien.
Desde mi punto de vista, es eso y no otra cosa, lo que la Iglesia debe hacer. Y es eso por lo que yo debo luchar. Y así, puesto a soñar que es de lo que estamos hablando, yo sueño con que este año puedan formarse pequeñas comunidades por aquí y allá, con una pequeña estructuración, bajo la tutela de la Iglesia, conectadas entre sí, en red… donde hombres, mujeres y niños de toda España puedan encontrar la maravilla del Reino de Dios, que ya está entre nosotros.
Es a eso a lo que yo quiero dedicar mi vida. ¿Saben por qué? Porque soy de los “perros que ha visto a la liebre”. Yo he vivido la salvación que da la comunidad, y soy testigo de sus frutos en mi propia carne, y también en la de muchos otros.
Por favor, si no lo ha hecho ¡súmese a la experiencia! Créame: muchos esperan por usted, y una vida nueva en este nuevo año. Si no sueña, si no soñamos, desapareceremos.
Un abrazo muy fuerte
josuefons@gmail. Com.