Ante esa carcoma que ha entrado en un buen número de matrimonios, que está demoliendo implacablemente el compromiso que un día contrajeron ante Dios, uno se pregunta seriamente: La familia, tal y como Dios la pensó desde siempre, ¿está enferma de gravedad? ¿Es un bien escaso en vías de extinción? Ya lo intentaron diversas ideologías, por ejemplo el comunismo. Y lo vienen intentando la nuevas ideologías de género, que no buscan más que el “bienestar” egoísta y burdo, sin pensar en los demás. Para estos, y para aquellos, lo que estorba se elimina: esposo/a, padre/madre, hijos… Y se llega a la atrocidad de matar a los hijos antes o después de nacer. ¿Hemos perdido la razón? ¿Ya no hay corazón y sentimientos? Los urdidores de esta “masacre” algún día, ya en estos momentos, tendrán que dar cuenta a Dios y a la historia.
Pero, gracias a Dios, por todas partes van brotando esas platas bellas que son las familias en donde el amor mutuo en la regla de oro de la convivencia. Una familia feliz, dice Sir Browring, e un paraíso anticipado. Y debemos crear paraísos, aunque sean pequeños oasis, en donde la humanidad pueda descansar y recuperar la esperanza. Para ello es necesario que el matrimonio, el esposo y la esposa, se quieran de verdad con amor constante. ¿Qué hay que hacer para ello? Entre otras cosas yo propondría los siete consejos que ofrece Ricardo Ruvalcana :
1. El matrimonio es para amar. Y amar es una decisión, no un sentimiento. Amar es donación. La medida del amor es la capacidad de sacrificio. La medida del amor es amar sin medida. Quien no sabe morir, no sabe amar. No olvides: “amar ya es recompensa en sí”. Amar es buscar el bien del otro: cuanto más grande el bien, mayor el amor. Los hijos son la plenitud del amor matrimonial.
2. El amor verdadero no caduca. Se mantiene fresco y dura hasta la muerte, a pesar de que toda convivencia a la larga traiga problemas. El amor, ama hoy y mañana. El capricho, sólo ama hoy. Los matrimonios son como los jarrones de museo: entre más años y heridas tengan, más valen, siempre y cuando permanezcan íntegros. Soportar las heridas y la lima del tiempo, y mantenerse en una sola pieza es lo que más valor les da. El amor hace maravillas.
3. Toda fidelidad matrimonial debe pasar por la prueba más exigente: la de la duración. La fidelidad es constancia. En la vida hay que elegir entre lo fácil o lo correcto. Es fácil ser coherente algunos días. Correcto ser coherente toda la vida. Es fácil ser coherente en la hora de alegría, correcto serlo en la hora de la tribulación. La coherencia que dura a lo largo de toda la vida se llama fidelidad. Correcto es amar en la dificultad porque es cuando más lo necesitan.
4. Sêneca afirmó: “Si quieres ser amado, ama”. El verdadero amor busca en el otro no algo para disfrutar, sino alguien a quien hacer feliz. La felicidad de tu pareja debe ser tu propia felicidad. No te has casado con un cuerpo, te has casado con una persona, que será feliz amando y siendo amada. No te casas para ser feliz. Te casas para hacer feliz a tu pareja.
5. El matrimonio, no es “martirmonio.” De ti depende que la vida conyugal no sea como una fortaleza sitiada, en la que, según el dicho, “los que están fuera, desearían entrar, pero los que están dentro, quisieran salir”.
6. El amor matrimonial es como una fogata, se apaga si no la alimentas. Cada recuerdo es un alimento del amor. Piensa mucho y bien de tu pareja. Fíjate en sus virtudes y perdona sus defectos. Que el amor sea tu uniforme. Amar es hacer que el amado exista para siempre. Amar es decir: “Tú, gracias a mí, no morirás”.
7. Para perseverar en el amor hasta la muerte, vive las tres “Des”: Dios. Diálogo. Detalles.
a. Dios: “Familia que reza unida, permanece unida”.
b. Diálogo, para evitar que los problemas crezcan.
c. Detalles: de palabra y de obra. “Qué bonito peinado”. “¿Qué se te antoja comer?” “Eres el mejor esposo del mundo”. “Hoy, la cena la hago yo”. “Nuestros hijos están orgullosos de ti”. El amor matrimonial nunca puede estar ocioso.
En este domingo, en el que celebramos la Fiesta de la Sagrada Familia, bueno será que los matrimonios renueven su SI TE QUIERO, SI ME ENTREGO, SI TE ACEPTO, y que la familia entera haga un compromiso de defender ese ambiente cálido en donde es posible ser feliz, a pesar de las dificultades. Que la Sagrada Familia os acompañe siempre.
Juan García Inza