Si nuestra carta de presentación, es el típico señor o señora que cree que las enfermedades son un castigo de Dios, es obvio que los alejados encontrarán motivos para evitar poner un pie en la Iglesia. El punto, el centro de nuestra reflexión, es la falta de formación que golpea a no pocos católicos que se dicen practicantes, por el hecho de asistir a la Misa dominical, sin embargo, ¡no es suficiente! Es necesario, urgente, que tomemos conciencia y no caigamos en el error de hacer de la fe una propuesta “friki”. A mayor formación, mejor capacidad para fortalecer el testimonio personal y, desde ahí, contribuir eficazmente en la nueva evangelización.
Nos toca acercar a los alejados, sin embargo, la clave no está en ser excéntricos, raros, fanáticos, sino hombres y mujeres identificados con Jesús de Nazaret, quien vivió nuestra misma vida, siendo muy natural. Cuando platico con alguien que no se encuentra dentro de la Iglesia, pero que tiene la apertura suficiente como para platicar sobre el tema, siempre le recomiendo el libro “Introducción al cristianismo” (1968), el cual, fue escrito por el teólogo Joseph Ratzinger, hoy Benedicto XVI. Creo que eso es más efectivo que ponerme a frotar mis manos en cuantas estampas religiosas se crucen en mi camino. La fe es congruencia, razón, belleza, sencillez y naturalidad. De esta manera, los alejados no tendrán nuevos motivos para tener miedo de formar parte de nosotros, del cristianismo, de la Iglesia Católica.