La religión cristiana en general, y la Iglesia en particular, aunque a algunos les sorprenda, siempre ha seguido de cerca los avances científicos. A veces para advertir del riesgo que con ellos se corría si se sobrepasaban ciertos límites éticos. Otras veces, muchas más, para alentar e incluso formar parte del desarrollo de esos descubrimientos.
En medios de comunicación, no hay que olvidar que el primer libro impreso fue el Misal de Constanza, y lo llevó a cabo Gutemberg en 1449. Durante siglos, habían sido los “scriptorium” de los monasterios los principales centros de copia y difusión del saber; ahora, cuando irrumpía la imprenta, lo primero que se hizo fue editar un libro religioso.
Lo mismo sucedió en los albores de la radio. Pío XI encargó al que sigue siendo considerado su “inventor”, el italiano Marconi, el 12 de febrero de 1931, la creación de Radio Vaticana. La primera transmisión fue de un discurso del Papa, en latín por supuesto, en el que se cantaban las glorias de la creación. Desde ese momento, la multiplicación de las emisoras de radio diocesanas o en manos de congregaciones religiosas, fue imparable.
Se perdió, sin embargo, el tren de la televisión y la Iglesia todavía paga las consecuencias de ello. Pero no está dispuesta a perder ningún tren más. En Internet, que es el medio más universal de cuantos han existido hasta ahora, la Iglesia está presente con fuerza, como lo demuestran las cientos de miles de páginas católicas en todos los idiomas del mundo. Ahora bien, ligado a internet surgió el fenómeno de las redes sociales. Es un fenómeno ambivalente, con riesgos evidentes que no pocos han destacado. A pesar de eso, el Papa Benedicto XVI ha querido entrar en él con determinación y ha elegido la red de Twitter para ello. El mensaje de esta semana, el primero de un pontífice en una red social (no de un obispo o un cardenal, pues hay muchos que ya lo hacen desde el principio), se puede comparar a aquel discurso de Pío XI en la radio.
Los 140 caracteres del primer twit de Benedicto XVI, dedicados a dar una bendición a sus seguidores representan una invitación para todos los católicos a utilizar los nuevos medios para evangelizar. Para evangelizar, esa es la clave. No para hacer otro tipo de cosas, muy alejadas de la moral católica. Pero los instrumentos, por peligrosos que sean –un cuchillo corta, el fuego quema y el agua ahoga- no deben dejar de ser utilizados con la debida prudencia. La evangelización tiene que hacerse hoy a través de internet. Ese tren no lo podemos perder y el Papa ha querido abrir de par en par las puertas con su propio ejemplo. Las 12 horas del 12 del 12 del 12 (doce del mediodía del día 12 de diciembre de 2012) son ya historia. De nosotros depende ahora el futuro.
http://www.magnificat.tv/es/node/2576/2
En medios de comunicación, no hay que olvidar que el primer libro impreso fue el Misal de Constanza, y lo llevó a cabo Gutemberg en 1449. Durante siglos, habían sido los “scriptorium” de los monasterios los principales centros de copia y difusión del saber; ahora, cuando irrumpía la imprenta, lo primero que se hizo fue editar un libro religioso.
Lo mismo sucedió en los albores de la radio. Pío XI encargó al que sigue siendo considerado su “inventor”, el italiano Marconi, el 12 de febrero de 1931, la creación de Radio Vaticana. La primera transmisión fue de un discurso del Papa, en latín por supuesto, en el que se cantaban las glorias de la creación. Desde ese momento, la multiplicación de las emisoras de radio diocesanas o en manos de congregaciones religiosas, fue imparable.
Se perdió, sin embargo, el tren de la televisión y la Iglesia todavía paga las consecuencias de ello. Pero no está dispuesta a perder ningún tren más. En Internet, que es el medio más universal de cuantos han existido hasta ahora, la Iglesia está presente con fuerza, como lo demuestran las cientos de miles de páginas católicas en todos los idiomas del mundo. Ahora bien, ligado a internet surgió el fenómeno de las redes sociales. Es un fenómeno ambivalente, con riesgos evidentes que no pocos han destacado. A pesar de eso, el Papa Benedicto XVI ha querido entrar en él con determinación y ha elegido la red de Twitter para ello. El mensaje de esta semana, el primero de un pontífice en una red social (no de un obispo o un cardenal, pues hay muchos que ya lo hacen desde el principio), se puede comparar a aquel discurso de Pío XI en la radio.
Los 140 caracteres del primer twit de Benedicto XVI, dedicados a dar una bendición a sus seguidores representan una invitación para todos los católicos a utilizar los nuevos medios para evangelizar. Para evangelizar, esa es la clave. No para hacer otro tipo de cosas, muy alejadas de la moral católica. Pero los instrumentos, por peligrosos que sean –un cuchillo corta, el fuego quema y el agua ahoga- no deben dejar de ser utilizados con la debida prudencia. La evangelización tiene que hacerse hoy a través de internet. Ese tren no lo podemos perder y el Papa ha querido abrir de par en par las puertas con su propio ejemplo. Las 12 horas del 12 del 12 del 12 (doce del mediodía del día 12 de diciembre de 2012) son ya historia. De nosotros depende ahora el futuro.
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