Son muchas las cosas en la vida…, que al principio nos resultan imposibles de ejecutar y después vemos que eran más fáciles de realizar de lo que uno suponía. Puede ser que el problema radique en que llevados por nuestro orgullo, queremos hacer todo solo, sin querer aceptar la realidad de nuestra pobreza no ya espiritual sino también de capacidad material, para resolver los problemas que la vida en este mundo nos demanda y nos cuesta buscar  una ayuda que siempre tenemos a nuestra disposición, pero que nuestro orgullo nos impide aceptar. Para muchos es muy fundamental no tener que deber un favor a nadie.

         Conocí a una señora, con un buen pasar en la vida que su orgullo le incitaba a tener un lema de vida que para algunos les parecerá correcto y que decía: “Yo, ni pedir ni que me pidan, ni prestar ni que me presten, ni deber ni que me deban”. No creo necesario poner de manifiesto, el menosprecio que este lema hace de la caridad fraterna. Las palabras del Señor: “Un precepto nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; como yo os he amado, así que también amaos mutuamente”. (Jn 13,35), quedan aquí machacadas.

          Si uno medita sobre este tema de las facilidades y las dificultades que nos ofrece la vida, se dará cuenta de que no es la vida quien nos pone las cosas fáciles o difíciles, es el Señor, que todo lo puede y lo domina. Es frecuente oír el comentario, de que a fulano la vida le sonríe, todo le va bien, no tiene ningún problema ni dificultades y parece que es el rey Midas, porque todo lo que toca se le convierte en oro y sin embargo a mengano al pobre todo le son problemas y disgustos, no levanta cabeza, todo le sale mal y está lleno de deudas, tiene trampas como para cazar elefantes, las pasa canutas. Y entre la vida de fulano y la de mengano, discurre la mayoría de nuestras vidas. Porque en todo y a todo, nunca uno es el más agraciado ni el más desgraciado, siempre hay alguien por delante o por detrás de nosotros.

       En el decurso de nuestra vida humana, ahora lo más importante para la mayoría de las personas, no es ponerse en paz con Dios y vivir dentro del ámbito de su gracia, ¡ya tendremos tiempo más adelante!, es lo que piensa la mayoría de la gente y su prioridad esencial, la centran en huir de la vida de mengano y tratar de alcanzar la vida de fulano, luchando contra una serie de dificultades que quieren resolver solo por ellos mismos, sin tener en cuenta, que esas dificultades son fáciles de vencer si uno cuenta con ayuda. Pero lo importante es saber ver la mano divina en toso lo que nos ocurre, porque todo es querido o permitido por Él, para nuestro bien, aunque no lo veamos así ni lo comprendamos. A él no le interesa que lo pasemos bien aquí abajo, sino que seamos eternamente felices integrados en su gloria. Él nos ama demasiado como para que nos deje sacrificar nuestra alma aquí abajo, por el deseo de ser felices en esta tierra, y por ello nos perdamos la eterna felicidad que nos espera. Por ello todo lo que nos sucede sea bueno o malo es lo que siempre nos conviene. El místico jesuita Pierre Teilhard de Chardin, escribía: “Todo lo que nos pasa, por malo que sea, es adorable”.

         Dios está con los que le aman, y ama más al que más le ama. Con Dios todo lo podemos y no me refiero solo a los problemas de nuestra alma, sino también a los de nuestros cuerpos. Ya en el A. T. podemos encontrar referencias a este tema. En el Eclesiástico podemos leer: “Bienes y males, vida y muerte, pobreza y riqueza todo viene del Señor, sabiduría prudencia y sensatez proceden del Señor, castigo y camino recto proceden del Señor. La ignorancia y la oscuridad se crearon para los criminales y el mal acompaña a los malvados; El don del Señor con los piadosos permanece, y su complacencia les lleva por buen camino para siempre. Hay quien se hace rico a fuerza de engaño y avaricia, y esta es la parte de su recompensa: cuando dice: Ya he logrado reposo, ahora voy a comer de mis bienes, no sabe qué tiempo va a venir, morirá y se lo dejará a otros”. (Eclo 11,1419).

     También del libro de los salmos podemos seleccionar lo siguiente: “Encomienda a Dios tus afanes, -que él te sustentará; -no permitirá jamás que el justo caiga”. (Sal 54,23). “Porque Tú, Señor, bendices al justo, y como un escudo lo rodea tu favor”. (Sal 5,23). “El Señor es juez de los pueblos. Júzgame, Señor, según mi justicia, según la inocencia que hay en mi. Cese la maldad de los culpables, y apoya tu al inocente, tu que sondeas el corazón y las entrañas, tu el Dios justo. Mi escudo es Dios, que salva a los recto de corazón. Dios es un juez justo, Dios amenaza cada día; si no se convierten afilara su espada, tensara el arco y apuntara”. (Sal 7,913).

         Escribía San Pablo a los romanos: “…, si Dios esta con nosotros, ¿quien nos podrá derrotar?”. (Rm 8,31). Y esta afirmación de San Pablo no es única,  también podemos leer: “En todas las cosas Dios interviene para el bien de los que le aman”. (Rm 8,28). Y a los filipenses les decía: “Todo lo puedo en aquel que me conforta”. (Flp 4,13).

      Todos estos textos son palabras de Dios indirectas, pero directamente pronunciadas por su boca, son las que nos dejó dichas: “Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura”. (Mt 6,33). El 06-0811, publiqué una glosa con el título de “Añadidura”, en esta glosa hay varias partes de ella, relacionadas como este tema y de ella saco este párrafo: ¿Y qué es lo que el Señor entiendo por añadidura? Bueno, desde luego que dentro de la añadidura que promete el Señor, no se encuentran ni yates ni Rolls Roices, pero si una vida digna, de acuerdo con el status social en que a cada uno de nosotros nos ha situado. No cabe duda de que Dios cuida muy especialmente a las almas que se entregan a Él, nunca les va a dar grandes posibilidades económicas, entre otras muchas razones, porque Él bien sabe, que el que se dedica al dinero no le puede servir a Él, tal como claramente lo explicitita en los versículos arriba transcritos. Las riquezas no son un pasaporte para el infierno, pero cuidado con ellas, que a nadie le facilitan el amor a Dios, porque no son compaginables de la misma forma que no se pueden unir el agua con el aceite, y si alguno cree que lo puede compaginar se está engañando y perdiendo un tiempo precioso.

         Escribe el Abad Boyland O.Cist.R: “Todo lo que Él pide, es que pongamos nuestra fe y nuestra esperanza en Él, que le amemos con todo nuestro corazón, que renunciemos a nuestra propia fuerza y nuestros necios planes por humildad y abandono; Él hará el resto”. Si nosotros nos preocupamos en el desarrollo de nuestras nuestra vida, en dar cumplimiento de todo lo que Dios quiere de nosotros, nunca nos faltará su ayuda.

          No pensemos nunca, que la actuación del Señor para prestarnos ayuda, es o va a ser directa. Dios nunca actúa de forma directa en la ayuda al hombre siempre lo hace por medio de él mismo. El P. Ariel Alvarez ofm, escribe: “Porque Dios no está a “nuestro lado” trabajando. Si Dios estuviera a nuestro lado podría hacer Él las cosas y ahorrárnoslas a nosotros. Dios está “en nuestro interior”. No nos remplaza, sino que actúa a través de nosotros. Porque como decía muy bien Santo Tomas de Aquino: “la providencia de Dios es el hombre”.

      Continuando con el Abad Boyland, este nos dice: “En definitiva salvarse no es una cosa complicada ni difícil, todo lo que nos pide el Señor, es que pongamos nuestra fe y nuestra esperanza en Él, que le amemos con todo nuestro corazón, que renunciemos a nuestra propia fuerza y nuestros necios planes por humildad y abandono; Él hará el resto”. Pero para que Él haga el resto, no hay que olvidar, que no hay posibilidad de salvación sin la cooperación de nuestra parte, sin ella no es posible la salvación. La santidad no se realiza sin nuestra cooperación, pero no por ello, la salvación es una obra nuestra. La salvación es una respuesta a nuestra fe, a nuestro amor al Señor y a nuestra oración.

      Dios hace todo lo posible y lo imposible porque todos nos salvemos, y realmente nos lo pone tan fácil, que es de pensar que para salvarse solo basta la voluntad de uno en querer salvarse. Porque la mayor parte del trabajo lo hace Él, por medio de la gracia divina. Y Dios actúa así porque, Él está más interesado en que nos salvemos, que nosotros mismos y esto aunque parezca absurdo, sin embargo es así. Y está más interesado que nosotros mismos, porque es totalmente consciente de lo que nos jugamos, al contrario de nosotros, que somos una panda de inconscientes, indocumentados e ignorantes soberbios, que salvo algunas escasas hormigas, los demás somos todos las cigarras de la fábula.

             Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

             Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.

-                  Libro. LA HUELLA DE DIOS. Isbn.- www.readontime.com/isbn=9788461164523

-                  Libro. MOSAICO ESPIRITUAL.- www.readontime.com/isbn=9788461220595 

-        Cortar la cuerda. Glosa del 07-0510

-        Echar raíces. Glosa del 08-0610

-        Confiar… ¿en quién? Glosa del 171210

-        Confianza en el Señor. Glosa del 301111

-        Falta de confianza. Glosa del 10-0312

-        Añadidura. Glosa del 06-0811

-        Quebrar nuestra confianza en Dios. Glosa del 07-0912

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