Hoy parece estar de moda en nuestra sociedad secularizada, materialista, relativista y refractaria a lo religioso, incluyendo signos cristianos, el rechazo y olvido de Dios. Hasta hay personas que alardean en público o en privado, de ateos o agnósticos, de indiferentes o más bien “ pasotas” de la Religión. Quizás esta postura se deba más a puro snobismo, a respeto o miedo al qué dirán; a no querer significarse públicamente ante los demás etc, que al propio convencimiento.
En mi ya larga vida sacerdotal, - 55 años de mi ordenación- confieso que han sido más bien muy pocas, las personas que he encontrado verdaderamente ateas. Lo que sí me he encontrado y sigo encontrándome, ha sido una ignorancia supina y bastante generalizada en materia religiosa; un desconocimiento grande de las verdades básicas de la fe y lo que es más lamentable, la carencia o escucha de la Palabra de Dios en la Biblia y el Evangelio.
Son mayoría quienes abandonaron en su juventud la práctica religiosa, su formación en la fe cristiana y el contacto con la Iglesia; han llegado a situaciones confusas de ignorancia o de no saber si creían o no; de si tenían fe o no, pues su vida espiritual y moral era nula y sin raíces. Menos mal que su conciencia no les dejaba en paz y tranquilidad interior.
Buena ocasión en el Año de la Fe, en la celebración de la Navidad-que no es otra cosa que el Nacimiento de Dios Hijo, como Salvador de todos los hombres- para iniciar una vida nueva en lo personal, familiar y social. El niño Dios desde su cuna de Belén nos tiende a todos-sin distinción- sus manitas amorosas, para darnos el abrazo de paz, perdón y amor.. Que estas fiestas sean de verdad un Nacimiento al Amor de Dios en Jesús nuestro Señor.
MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN