La Navidad mas hermosa, gracias al Padrenuestro
En una sociedad donde los valores se han perdido y la fe parece desfallecer ante los avatares de la vida, no deja de sorprender que todavía haya seres humanos que quieran proclamar a los cuatro vientos sus vivencias espirituales.
Este es el caso del profesor de matemáticas Luis Miranda, quien quiere dar a conocer lo que él llama “Testimonio de mucha fe”, encarnado en su pequeña hija. Fiorella, como él le dice con cariño y amor de padre, es una niña de 7 años con síndrome de Down, quien hoy es testigo vivo de lo que su papá, con los ojos llenos de lágrimas, llama milagro de fe.
La historia del profesor Luis, de Fiore y de toda la familia comienza el primero de diciembre de 2010.
Ese día, dice el profe Luis, se despertó con la corazonada de que la Navidad de ese año sería la más hermosa de su vida, aunque nunca se imaginó lo que la vida le deparaba.
Fue el 6 de diciembre cuando comenzaría la pesadilla.
Ese día, Fiore, su hija tan especial, comenzó a exteriorizar fiebre leve y cuadro gripal. Por su misma condición fue llevada a la antigua Clínica Vargas, donde le recetaron medicamentos para enfermedades virales y le dieron de alta.
“El 8 en la noche estaba un poco disgustada y en la mañana nos decidimos llevarla al Centro Médico de la Clínica Temporal del Norte, ya que además de la fiebre nos decía que le dolía la cabeza. Era lo preocupante porque la niña nunca había manifestado sentir dolor de cabeza.
“Una enfermera nos recomendó llevarla a la urgencia de la Clínica Blas de Lezo, donde la mantuvieron en urgencia hasta las 9 de la noche. Nos la entregaron y la llevamos a casa. Como a las 10:30 p. m. la regresamos, con el acompañamiento de mi compadre Rafael Vargas y su hija Glenda, ambos médicos, tío y prima de mi nena.
“Ellos estuvieron atentos al caso y estaban preocupados, ya que los niveles de glóbulos blancos se le elevaban poco a poco según los exámenes que le hacían, lo que era una manifestación de que había una infección, sin focalizar.
“Al transcurrir las horas yo le decía a mi compadre que le revisaran la cabecita, ya que ella nunca se había quejado de dolor de cabeza. A las 5:30 a.m. del 10 de diciembre, mi hija convulsiona. Yo estaba a su lado y le tenía la manito agarrada.
“Cuando el monitor del equipo que mi hija tenía instalado comenzó a mostrar señales de alteración, yo llamé a los médicos, pero no les vi ninguna preocupación por lo que estaba sucediendo. Una de ellas dijo: sí, está convulsionando y le pregunté -¿y entonces qué se va hacer? y con voz muy baja dijo, llamemos al intensivista.
“En ese momento he podido ir al pasillo y gritar como un loco que mi hija se estaba muriendo, pero si hacía eso perdía tiempo. Le pedí permiso a las médicos para acercármele a mí angelito, y mi hija me agarró el dedo corazón de mi mano izquierda y sintiendo mi presencia me lo apretó, me decía con los ojos desorbitados y mucha angustia, “papi, papi”.
“La tomé en mis brazos, me la llevé al pecho y lo único que vino a mi mente fue orar el ‘Padre Nuestro’ en voz alta, y lo hice muchas veces. Sentí que había un silencio profundo en la pequeña sala y Dios, por medio de su hijo “Jesús”, la estabilizó. Mi hija dejó de convulsionar y en ese momento mi esposa daba gritos. Le dije que se calmara, que no se desesperara”.
Dice el profesor Luis que pasado el mal rato sintió un escalofrío y una presencia sobrenatural.
“Me atrevo a decir que fue la presencia más evidente de Jesús en mi vida”.
Sin embargo, a Fiore se le hace un tac y le descubren un edema cerebral. Al principio se creyó que sería un tumor, pero después le diagnosticaron meningitis.
A cuidados intensivos
“Cuando yo escucho esto dije: por lo menos ya se sabe qué es lo que tiene y se puede atacar. Claro, por mi mente no pasó nunca la gravedad de la enfermedad. Yo tenía bien claro que lo más difícil había pasado. La nena entra en un coma inducido en la unidad de cuidados intensivos como a las 7 de la mañana de ese 10 de diciembre.
“Como la entrada a la UCI es restringida, me fui para la casa y entré a internet y me comuniqué con todos los amigos que pude, los puse al tanto y les pedí que hiciéramos cadena de oración comenzando con el Padre Nuestro. Esto fue un éxito, había cadena de oración alrededor del mundo entero, e incluso en comunidades no católicas; recuerdo a mi prima Yomaira Miranda desde España: mi otra prima Silis Mendoza desde aquí y mi gran amiga Merly Quintana desde Montería.
“Me dijeron, mijo, lea Jeremías 33:3 que dice ‘Llámame y te responderé, y te anunciaré cosas grandes y misericordiosas que tú ignoras’. Resalto esto porque fue lo que hice desde el primer instante.
“Al regresar a la clínica, nos tocaba entrar a las 10 a. m. Le dije a mi esposa: yo entro primero y así fue. Una vez adentro le dije al médico de turno, que era un muchacho muy joven, que si me le podía acercar a mi nena y él me dijo que sí.
“Lo primero que hice fue acercármele al oído y le dije ‘mama, tu y yo sabemos que Jesús está aquí con nosotros. Le decía ¡te amo, te amo, te adoro mucho mamita linda! Jesusito es la clave, mi vida entera.
“Ella intentaba abrir los ojos tratando de manifestar que me estaba escuchando. En ese momento me aborda el médico y me pregunta que si soy el padre de la niña y me dio información de la sintomatología de mi angelito.
“Me habló con mucha crudeza y me dijo que mi hija tenía una enfermedad muy grave que deja secuelas como sordera, parálisis, retardo mental y en muchos casos convulsiones repetitivas, etc., me confirmó la meningitis; además me dijo que su estado era muy crítico y de pronóstico reservado. Solo hay que esperar, dijo.
“Yo le contesté, mijo, no sé si tú crees en lo que te voy a decir: yo siento que mi hija está curada y solo falta un proceso clínico; que Él se encargue de bendecir las manos de todos ustedes para que la obra sea perfecta. Le pedí también que cuando entrara mi esposa, no le hablara tan crudo como me habló, porque serían dos personas en cuidados intensivos.
“El tercer día de cuidados intensivos fui a San Andresito a comprarle un par de zapatos a mi hijo y vi unos para niñas talla 30, que le quedaban a mi nena. Le dije a la muchacha que me los vendiera y ella me dijo: como su nena no está aquí, pruébeselo, si no le quedan bien me los trae. Y yo le dije: mi hija ahora mismo está en cuidados intensivos y yo quiero que el día que le den de alta salga con estos zapaticos puestos. A la muchacha le llamó la atención lo que le dije y me dijo que Dios permita que así sea. Le dije por acá vendré a darle el testimonio”.
72 horas críticas
Pasaron las primeras 72 horas y a Fiorella le volvió a dar fiebre, la cual fue controlada. Viendo a su hija llena de tubos y aparatos, el profesor Luis cumplía puntual la cita para poder ver a su niña los 10 minutos que le permitían en la UCI.
Sin embargo, su fe no desfallecía. Seguía pidiendo oración, pero haciendo la salvedad de que siempre comenzaran la jornada con un Padre Nuestro.
“Cada día nos llenábamos más de fe y mucha fortaleza. A la nena, por su mejoría, le iban quitando los tubos y el día 20 por su gran evolución la sacaron de la UCI y la pasaron a piso, y para sorpresa la ubicaron en la habitación 333, el mismo número del capítulo de Jeremías que tanto nos había fortalecido.
“Estando en dicha habitación yo notaba que mi nena me miraba pero con una mirada muy penetrante como queriéndome decir algo. Le comenté a mi hermano Juan Carlos lo de la mirada, y con su lenguaje ella le dijo que había visto a Jesusito, que lo había visto llorando. Esto me llamó mucho la atención y todos los días le preguntaba lo mismo y las respuestas eran las mismas.
“El día 24 de diciembre en horas de la mañana la llevamos en la ambulancia a la Clínica AMI para que le hicieran un electrocardiograma, el médico de turno la examinó completamente durante unos 30 minutos, yo le dije que era Down y que venía de un tratamiento para contrarrestar una meningitis. El se sorprendió y me dijo que su corazoncito estaba perfecto y que para ser Down era excelente; ya que estos niños por lo general sufrían de afecciones cardiacas.
“Cuando el médico terminó, me dijo: dé el testimonio del milagro que hubo con su nena, porque esa enfermedad es muy peligrosa, y son pocos los que se salvan y quedan bien con lo que la nena tenía.
“Regresamos a la clínica el medio día y para sorpresa los médicos le dieron de alta ese 24 de diciembre a las 5:30 de la tarde. Y mi nenita salió ese día con los zapaticos puestos y de verdad fue la Navidad más hermosa de mi vida. La obra Dios se realizó en forma perfecta”.
Campaña por el Padre Nuestro
Hoy, el profesor Luis dice que siente que su testimonio sobre el poder sanador de rezar el Padre Nuestro tiene que seguir dándolo al mundo entero.
“Estoy contando esto porque desde hace mucho tiempo se me viene revelando que la clave es el Padre Nuestro y yo estoy en mora de predicar y divulgarlo al mundo entero. Por eso le agradezco a El Universal por darme esta oportunidad. Además invito a todos los colombianos a que le demos mucho amor a nuestro prójimo, porque soy un convencido de que en Colombia no hay gente mala, sino gente huérfana de amor y mucho afecto”.
Padrenuestro cantado por Montserrat Caballe