Soy joven. Llevo todavía pocas Navidades al cuerpo. Pero todas bonitas. Aunque me gusta más la espera de la llegada que la misma fiesta en sí. Siempre las he pasado entre la familia y los amigos. Con la familia ya se sabe, lo normal, aunque la verdad es que se siente uno más arropado, con más gana de hacer feliz a todos. Realmente es bonita la familia, sobre toldo en Navidad por lo que tiene de intimidad y sentimiento.
Cuando era niño me hacía mucha ilusión poner el belén. Comenzaba con mucho tiempo, aunque mi madre siempre me advertía que no enredara mucho. Mi abuelo me echaba una mano. Notaba yo que le hacía mucha ilusión. Solís sonreír cuando hacía las montañas y ponía con migo las figuritas. La verdad es que era bonito el ambiente. Estaba deseando llegar del colegio para ponerme manos a la obra en la sala de estar. La Noche Buena era el momento esperado para inaugurar el encendido y cantar un villancicos junto con mis hermanos y los que se iban acercando, a la espera de la cena tradicional.
Para mí la Navidad más bonita fue la que nació mi hermanito. Puede vivir la alegría en directo del nacimiento de un niño. Esa Navidad pensé más en el nacimiento de Jesús, y en la alegría de María y José. Mi hermanito aquella noche fue para mí realmente el Niño Jesús en mi casa. Todavía lo recuerdo con cierta nostalgia.
Ahora ya soy mayor. Las cosas se ven de otra manera. Parece que el ambiente de la calle, los amigos y todo eso te tira más. Te olvidas un poco de lo que supone el belén, y lo ves más como una cosa de niños. Pero ahora queme parado un poco para escribir este pequeño artículo-testimonio, pienso nuca deberíamos perder de vista a ese niño que llevamos dentro. El problema del hombre de hoy (joven o mayor) es que hemos dejado muy suelto el yo, y se nos ha ido demasiado lejos, hasta el punto de perderse muy lejos buscando una felicidad que no se termina de encontrar. Pienso que sería muy oportuno volver, como el hijo pródigo, y encontrarnos con un Dios que nos estaba esperando. No se si me he puesto demasiado serio, pero voy a intentar esta Navidad recuperar a ese niño que un día ponía belenes junto a su abuelo. Es posible que encuentre la alegría que hace un tiempo que no disfruto en serio.
Gracias por darme la oportunidad de publicar estas reflexiones. Me han servido de desahogo. Animo a otros que hagan lo mismo. Un saludo a todos
Manolo Fernández (Madrid)
LA HE INTENTADO VIVIR ALLÍ DONDE ME HE ENCONTRADO.
Mi Navidad, la cual he tenido la suerte de vivirla en otros países, siempre ha sido la misma. Los días anteriores, o sea la época de Adviento preparándola: oír Misa los domingos, y sacar mi Nacimiento UNA CUEVA REGALO DE LOS INDÍGENAS DEL INTERIOR DE BRASIL, que además de la mula y el buey, tiene un perrito y algún que otro animal. El día 24, invitar a alguna persona que estuviese de paso en Brasil y cuando da la medianoche, parar con lo que estuviésemos haciendo y levantar una copa de vino, y yo agradecer al Niño que llega, por venir a redimirnos. Te podría contar mas cosas, pero no puedo estar sentada, ya que continúo en reposo, y con muchas ganas de recibir al Señor.
Con suerte, a ver si veo encender la tercera vela de Adviento.
Continúo rezando mis oraciones, leo todas las Lecturas y todos los Evangelios.
No puedo seguir, porque duele mucho. Maribel (Murcia)
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Gracias por vuestros testimonios. Seguimos esperando más. Nos hace mucho bien. Que esta Navidad sea la de la FE