El Movimiento Vocacional Espíritu y Vida, fundado en el año de 1973 (aunque pensado desde 1972) por la R.M. Ana María Menéndez Navarrete F.Sp.S., en la Ciudad de México, está cumpliendo 40 años de historia. Es decir, cuatro décadas de camino, desafíos, proyectos, logros, anécdotas, y, sobre todo, de religiosas, padres de familia, niños, adolescentes y jóvenes que han querido sumarse a la tarea de ¡amar al Espíritu Santo y hacerlo amar!, en donde sea, cuando sea y con quien sea, al estilo del Venerable P. Félix de Jesús Rougier (18591938) y de la Sierva de Dios Ana María Gómez Campos (18941985). Hay un número significativo de sacerdotes, religiosos, religiosas, papás, políticos, artistas y deportistas que han sido parte del MOVEV y que hoy continúan viviendo los valores que aprendieron al interior del grupo, de la obra que las Hijas del Espíritu Santo con mucho cariño y audacia han ido construyendo a favor de la niñez, la adolescencia y, por supuesto, de la juventud, invitando tanto a los alumnos de sus colegios, como a jóvenes de otras partes, para que se unan a la causa.
Logotipo conmemorativo de los 40 años.
Hoy por hoy, el grupo sigue vivo. Desde las Asambleas Generales del 2008 y del 2010 que fueron celebradas en la Ciudad de México, se ha visto resurgir el liderazgo de los jóvenes, quienes intervienen directamente en el rumbo del grupo, acompañados por el Consejo General de las Hijas del Espíritu Santo, presidido por la R.M. Mercedes Casas Sánchez quien, dicho sea de paso, fue parte del MOVEV-Ensenada. Al interior del movimiento, se cuenta con un equipo de jóvenes que asumen la responsabilidad de acompañar a los diferentes centros, los cuales, a su vez, están presentes en México y en Costa Rica.
Participantes en la Asamblea General de noviembre del año 2010 en la Casa-Museo de la Sierva de Dios Ana María Gómez Campos.
El MOVEV cuenta con tres niveles: infantil (discípulos), adolescente (testigos) y juvenil (apóstoles). Los dos últimos, además de reunirse para orar, recibir formación y compartir actividades recreativas, tienen un apostolado en particular. Algunos centros visitan semanalmente colonias de escasos recursos en las que imparten diferentes talleres, mientras que otros ayudan en asilos o casas para niños que no cuentan con el apoyo de sus papás. Sin duda alguna, un movimiento dinámico que, a pesar de las crisis por las que ha pasado, sigue siendo una respuesta para las nuevas generaciones que buscan a Jesús y, desde ahí, encontrar su vocación. A lo largo de 40 años, nunca ha faltado la religiosa, el laico-adulto o el joven dispuesto a reconstruir al grupo, manteniendo la mística original. De alguna manera, Dios ha querido que el Movimiento Vocacional Espíritu y Vida siga adelante, bajo la mirada de María, Madre de la Divina Gracia.
El segundo de izquierda a derecha, un servidor (autor del blog) representando al MOVEV en el III Congreso Internacional de la Espiritualidad de la Cruz.
El que esto escribe, creció en el MOVEV. Desde el nivel infantil, hasta el juvenil. Indudablemente, son muchos los recuerdos que brotan espontáneamente. En primer lugar, porque fue ahí que me dejé encontrar por Jesús, viviendo la experiencia de convivir con personas de mi edad y, a su vez, coordinando el taller de catequesis que teníamos cada sábado en una de las colonias de Boca del Río, Veracruz. En segundo lugar, porque del año 2008 al 2010, fui coordinador general del movimiento. Lo anterior, me ayudó a vivir con alegría una responsabilidad que nunca antes había podido siquiera imaginar. En tercer lugar, porque al día de hoy, cada vez que me es posible, doy alguna plática a la nueva generación de movevos del centro de Veracruz. Tengo presente a muchas de las que fueron mis asesoras y que, gracias a su paciencia, supieron ayudarme a sacar lo mejor de mí, sobre todo, cuando me tocó tener responsabilidades a nivel local y general.
Visita del centro de Veracruz a Jesús María en el año 2007, coordinados por la M. Isabel Morales Delgado, F.Sp.S.
Recuerdo desde momentos muy fuertes de oración y apostolado, hasta travesuras que hice en algún punto del camino. Como, por ejemplo, cuando me escapé de uno de los campamentos sin avisar y me anduvieron buscando. Lo anterior, sin olvidar las veces en las que me escondía en el baño para no hacer las dinámicas de cantar y bailar. Agradezco a Dios los 40 años del MOVEV y, a su vez, le pido que el grupo se mantenga abierto al signo de los tiempos, motivando a las nuevas generaciones. Me quedo, especialmente, con las excursiones que hicimos a Jesús María SLP, México D.F. y Monterrey. Termino con uno de los lemas del grupo, herencia del P. Félix de Jesús Rougier: ¡Con María todo, sin ella nada!