¡Están llenos de mosto! decían de los apóstoles el día de Pentecostés cuando salieron del cenáculo llenos del Espíritu Santo. ¡Se han chutado algo! diríamos hoy. Pero no, ni estaban borrachos, ni se habían metido un chute de nada. Estaban llenos del espíritu de Dios, como había profetizado Joel.
En mi parroquia está ocurriendo un avivamiento por obra del Espíritu Santo. No puedo más que dar testimonio de lo que está ocurriendo. Es incipiente pero muy llamativo. Ya no se trata de cifras de gente que va y viene pues para eso hay explicaciones humanas. (Ayer mismo hablaba con un viejo camarada de cómo hacer que una parroquia sea atractiva) En realidad lo importante es lo que ocurre en el interior de las personas y cómo éstas se transforman. En poco más de dos meses hemos pasado de arrastrar la vida cristiana de una forma cansina a dejarnos llevar vertiginosamente por el Espíritu Santo. Y la gente está feliz. Los mismos que hace dos meses no veían más que dificultades, obstáculos, excusas... ahora están entusiasmados. Creo que me secundaron por misericordia, y por sentido del deber y ya algunos ya van por delante.
Ayer sábado tuvimos un dia muy especial. Invitamos a
nuestros amigos a una jornada del Espíritu Santo. Hemos estado 6 semanas anunciándoles a Jesucristo. Y en este sábado les hemos invitado a una sencilla oración de unos por otros para llenarnos del Espíritu Santo. Yo no he visto lenguas de fuego sobre sus cabezas pero sí un brillo distinto en sus ojos y tampoco he percibido un viento impetuoso que abre las ventanas pero sí he oído relatos de pasos del Espíritu que ha abierto muchas puertas dentro de sus almas. (Me pongo así de cursi para no dar detalles personales porque a lo mejor serán ellos mismos quienes, cuando quieran, den testimonio de lo sucedido en sus vidas)
Pero para muestra un botón:
uno me decía hace 5 semanas que él era agnóstico. Que venía por hacerme un favor, por que le caigo bien. Ya lee la Biblia y reza y quiere dar charlas el próximo curso. ¡Tranquilo...! le tuve que decir. ¡Todo a su tiempo! Ahora lo importante es afianzar. Empiezas a ser discípulo no quieras ser ya maestro.
¿Entusiasmo? Sí, mucho y ¿qué tiene de malo? Mientras no sea pasajero, nada. Y a mí me da que el Espíritu Santo no ha venido de forma pasajera.