Tal día como hoy, 1 de muharram de 1434, primer día del primer mes del nuevo año 1434, junto con el inicio del año, celebran los musulmanes el día de la hégira, que es el evento que marca, además, la era islámica, en otras palabras, el año 1 de los musulmanes. Algo en lo que el calendario islámico es más riguroso que el cristiano, donde el evento que marca el inicio de la era, es decir, el nacimiento de Jesús, no es el que marca también el primer día del año, el cual viene determinado por su circuncisión el 1 de enero, y no por su nacimiento.
  
 

Y si la hégira se celebra tal día como hoy, no es porque se celebre cada año el 15 de noviembre como acontece este año, no, sino porque en el calendario islámico, cuyo año es unos días más corto que el cristiano (), su día 1 de muharram coincide en esta ocasión con nuestro 15 de noviembre, cosa que no ocurrió el año pasado (donde coincidió con nuestro 26 de noviembre), ni ocurrirá el que viene, y que tardará, además, muchos años en volver a suceder.

           La hégira (del árabe "hiÿra") no es otra cosa que la emigración del profeta Mahoma desde La Meca hacia Medina, como consecuencia de los peligros que le acechaban en la capital mecana, y ocurre el 16 de julio del año 622, convertido de este modo, en año 1 A.H. (anno hegiriano).
 

           La elección de la fecha como la del inicio de la era corresponde al segundo califa -"califa" significa "sucesor", sucesor de Mahoma claro está-, de nombre Omar, que la adopta como tal en el año 639 E.C. Y es en realidad una fecha extraña, ya que no es ni aquélla en la que Mahoma empieza a recibir la visita de Gabriel para revelarle el Corán, cosa que ocurre trece años antes de la hégira; ni tampoco aquélla en la que nace Mahoma, cosa que acaece cincuenta y dos años antes; ni menos aún aquélla en la que muere el Profeta, cosa que acontece diez años después.
 
            Al hablar de la hégira, los musulmanes gustan de diferenciar entre “emigración” y “huída”, sosteniendo que la hégira a Medina fue en realidad lo primero, es decir, una emigración, y no en modo alguno lo segundo, una huída. Y el concepto se pone en relación con la emigración que debe acompañar la vida de los fieles: una emigración exterior o física, que anima al viaje y a la búsqueda del sustento y la prosperidad fuera de la patria chica cuando ello fuera necesario; y una emigración interior o psicológica, que anima a buscar en uno mismo las claves para ser mejor musulmán.
 
            La hégira no se relata propiamente en el Corán, aunque sí existen en el libro santo de los musulmanes referencias tangenciales a ella, como ésta que encontramos en la sura 9:
 
            “Si le negáis auxilio [al Profeta], Dios sí que le auxilió cuando expulsado [de La Meca] por los infieles, con un solo compañero [Abu Bakr] le decía a éste estando los dos solos en la cueva: “No estés triste, Dios está con nosotros!” Dios hizo descender sobre él su sakina [presencia] y le reforzó con legiones invisibles a vuestro ojos” (C. 9, 40).
 
            Para encontrar un relato en toda su dimensión, hemos de buscarlo en la “Vida de Mahoma, el enviado de Alá”, recopilada por Ibn Ishaq (704-767), que en pocas palabras, podríamos definir como “biografía oficial de Mahoma”. Un relato que tengo intención de traer a esta columna para Vds. en una auténtica primicia, pues hasta donde yo sé, fuente tan importante no se puede obtener al día de hoy en español. Pero todo ello habrá de esperar unos días, pues por hoy, según me parece, ya hemos tenido suficiente, amigo lector. Así que por aquí le veo de nuevo, en esta ocasión con el relato de la hégira según lo realizó Ibn Ishaq.
 
 
            ©L.A.
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