Seguro que alguna vez se ha topado con un “bellotero”. Haga memoria, es relativamente fácil reconocerlos. Estas son algunas de sus frases cuando le hablas de ser cristiano auténtico o simplemente de religión:

¿A que alguna vez recuerda habérselo encontrado?, o quizá (espero que no) usted mismo se sienta retratado en alguna de estas frases.

Pues bien pongámonos serios porque lo que sigue es ¡nada menos! que lo que dice Cristo que hay que hacer con los que tienen esta actitud:

«No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen». (Mt 7, 6)

Y es que el símil utilizado por Nuestro Señor  no puede ser más gráfico. Porque esta parábola describe esa clase de personas (muy numerosa) que son (con perdón) como los cerdos, que “viven” mirando siempre al suelo, rebuscando las bellotas que tienen que comer.

Y al igual que los cerdos comen y comen las bellotas sin jamás preocuparse ni del árbol que las da, ni del porquero que las hace caer, esta gente (los “belloteros”) viven ocupados en ganar dinero, en subir en la profesión, etc., sin plantearse jamás de dónde vienen, qué significa este mundo, quién lo ha creado, para qué están en él... ni siquiera si hay algo mejor.

Habrá que recordar que la diferencia fundamental entre un ser humano y un animal es la de que el primero se hace preguntas; el segundo no.

Por tanto, al “bellotero” hay que ayudarle, pero no hablándole, por ahora, de Cristianismo (perlas), sino haciendo  que se percate de que tiene una conducta infrahumana y que por tanto necesita convertirse… pero en ¡ser humano!     

Porthos

 

PD.- y si me dice:  "Bueno, vale y ¿qué?...a mí me gusta ser bellotero, así estoy bien": la respuesta en mi siguiente post.