Por si no bastase con introducir a ETA en las instituciones, aprobando la concurrencia de Bildu a los comicios en mayo de 2011, con las gravísimas repercusiones que sigue teniendo hoy para España y los españoles, el Tribunal Constitucional acaba de bendecir ahora el “matrimonio homosexual”. Entrecomillado, claro. Porque el matrimonio seguirá siendo siempre la unión de un hombre y de una mujer, por mucho que algunos togados se empeñen en contradecir al Juez Supremo, que es Dios, jugando a ser dioses de barro.
¡Ojo! Hablamos del Tribunal que preside Pascual Sala, el mismo magistrado que con su voto inclinó la balanza para que Bildu pudiese colarse en las instituciones del País Vasco y ahora en las del Estado. No deja de ser curioso que semejante disparate contase entonces con el beneplácito de quienes deberían haber garantizado justo lo contrario.
Pero en fin, tras este paréntesis para desmemoriados, y aunque la nueva sentencia no se conocerá hasta dentro de unos días, cuando se redacten los votos discrepantes de tres de los doce magistrados que componen el citado Tribunal, sabemos ya que el argumento decisivo para declarar constitucional el “matrimonio gay” es el artículo 9.2 de la Carta Magna, según el cual es necesario garantizar que la libertad e igualdad del individuo y de los grupos sean “reales y efectivas”.
Me pregunto qué entienden algunos por igualdad: ¿Llevar sistemáticamente la contraria a la propia naturaleza humana? ¿Decir que algo es negro cuando es blanco? ¿Pretender que la mujer y el hombre sean iguales hasta en el modo de vestirse, hablar o caminar, simplemente porque alguien diga que debe ser así? ¿Hacer parecer hombre a la mujer, y a la mujer hombre?... Hoy, más que nunca, permanecer callado ante tantos despropósitos es renegar de Jesucristo, además de ser un cobarde.
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Espero que le guste. Gracias.