A propósito de unas palabras del ministro Wert sobre el enfoque que habría que dar en la orientación de la escuela (y que personalmente me han parecido muy juiciosas y necesarias), ha habido una reacción muy fuerte en contra, tanto en Cataluña como en ambientes de izquierda.
Me explico que haya sido así, porque los gobiernos anteriores han dado muchos pasos en favor de la orientación de nuestra sociedad, pasos de progreso como los llamaban, aunque de progreso, nada, porque lo que habría que ver es hacia qué metas iban conduciendo a nuestra sociedad; hacia la muerte con el aborto, y hacia el laicismo en la formación de nuestros escolares. Me voy a referir a estos dos valores clave en cualquier sociedad. Si no se respeta la vida humana ni el derecho de los padres a optar por el modelo de educación para sus hijos, de progreso, nada.
Es lógico que, como acabo de apuntar, los progresistas se sientan incómodos ante el giro que van tomando las leyes con el nuevo gobierno, porque habían conseguido ya unos objetivos que defendían a capa y espada, ya que estos dos objetivos chocaban de frente con el sentido común y con la dignidad de la persona. Claro, al ver que el nuevo gobierno va legislando no según ese progresismo falso, sino respetando derechos fundamentales de la persona y de la familia, ven que ese progreso del que alardeaban constantemente, se está destruyendo y va desapareciendo su proyecto de construir una nueva sociedad a su gusto.
Como decía, es lógico que se sientan incómodos y que protesten airadamente contra todo lo que se está legislando, con manifestaciones constantes, violentas, huelgas, sin aportar razones serias en contra.
¿Qué metas llamadas progresistas habían conseguido ya? Sólo me voy a referir a dos, pero nucleares, una en el campo social y otra en el campo pedagógico.
En el campo social, la legislación sobre el derecho al aborto. Ley que repugna no sólo a los católicos sino a cualquiera que tenga un mínimo de sentido común. ¿Es posible que se considere como avance social el facultar a las madres para que puedan abortar casi sin ninguna limitación? ¿Quiénes son la madre y el Estado para suprimir vidas inocentes e indefensas? Eso para muchos políticos es progreso, pero progreso ¿hacia dónde?
Hace unos días me enseñó una amiga la foto que le hicieron al bebé de su nuera, al cumplirse los cuatro meses de embarazo. Me emocioné al verla; y nos preguntamos los que estábamos allí ¿es posible que haya madres que, al ver a su hijito en su vientre pidan que lo asesinen? Es que se veía como un niño ya hecho. El nuevo gobierno va dando pasos en la legislación sobre el aborto, aunque a mi modo de ver, debían seguir dando pasos hasta ilegalizarlo por completo ya que desde el momento de la concepción es ya un ser humano.
Y en el campo pedagógico, estaban también satisfechos por una serie de leyes y normas estatalizando la educación y negando a los padres el derecho que tienen de que sus hijos sean educados según sus propios criterios; recordemos que los padres son los primeros responsables de la línea educativa de sus hijos, en la escuela y fuera de la escuela. Por ejemplo, los progresistas enfadados ven como avance que en la escuela haya coeducación. Bien. Pero ¿se respeta la opinión de los padres que no quieren la coeducación para sus hijos? También podemos preguntarnos ¿se respeta la opción de los padres que quieren, por diversos motivos, que sus hijos sean educados en centros en que se hable la lengua que debemos conocer todos los españoles, la lengua oficial de España, la lengua española? Algunos dicen que las lenguas de las comunidades también son españolas; claro que lo son, pero no son LA ESPAÑOLA.
Lo mismo cabe decir de los programas escolares en los que quedan olvidados hechos y realidades que han forjado la historia de España, lo mismo que su literatura, y que todo niño debe conocer, sea de la autonomía que sea.
Y ahora, viene el ministro Wert, dice que intenta que en Cataluña los alumnos se sientan catalanes y españoles al mismo tiempo; y esos grupos progresistas de cualquier partido que sean y que estaban encantados con las metas conseguidas, ven que se les viene todo abajo, y se consuelan pensando en que ya volverán a seguir “progresando” cuando les llegue el turno otra vez. Y ponen el grito en el cielo, protestando cada día con manifestaciones en la calle y donde pueden. Sensatez, queridos amigos, sensatez.
José Gea