No soy quién para juzgar si la independencia será mejor o peor tanto para Cataluña como para el resto de España; creo que peor, pero no apuesto. La Iglesia, tanto en un caso como en otro, debe seguir evangelizando con mayor o menor éxito, siempre dentro de su campo. Pero personalmente puedo tener mi opinión y expresarla:
“No soy partidario de la independencia”. ¿Por qué?
Dicen: hay que escuchar al pueblo; y es cierto, pero ¿quiénes forman el pueblo al que hay que escuchar? ¿Al pueblo de toda España o sólo al pueblo de Cataluña? Creo que es aquí donde hay que plantear el problema del independentismo. Si se consulta sólo al pueblo de Cataluña, puede que una mayoría quieran la independencia. ¿Quién la concede? Deberá ser el Parlamento, digo yo; tanto si se concede como si no, habrá de hacerse de acuerdo con la Constitución bajo la que todos estamos.
Si el hecho de que una mayoría quisiera la independencia fuese suficiente para que se la concediesen, podrían pedirla todas las autonomías con el mismo derecho, y España dejaría de ser España. Quedaría convertida en un grupo de “Andorritas” o “Luxemburguitos” o “Vaticanitos” o algo así. ¿Es ésa la España que quieren los independentistas?
¿Es que cualquier autonomía o cualquier gran ciudad, tipo Madrid o Barcelona no la podrían pedir con el mismo derecho? Y si no la podrían pedir, ¿por qué no? Como decía un castizo de un pueblo pequeño, que también su pueblo la podría pedir con el mismo derecho.
La voluntad del pueblo se expresó ya en las elecciones generales. ¿Es que todos estamos de acuerdo con la legislación de este gobierno o del anterior? Yo no estoy de acuerdo con muchas leyes y nadie creo que lo esté. Y respetar la voluntad del pueblo supone buscar el bien común discerniendo qué es lo más conveniente para toda la sociedad. Es lógico que no todos pensemos igual, lo cual supone aceptar las mayorías, pero en este caso, las mayorías a nivel estatal; no es cuestión de que grupos más o menos mayoritarios o numerosos quieran hacer valer su fuerza contra las determinaciones de la autoridad elegida por todos los miembros de la sociedad nacional.
Hay posturas que ya van abriendo caminos de enfrentamientos que pueden acabar tensionando las relaciones entre unos y otros. Eso ya está pasando y estoy convencido de que van a ir a más si se opta por el camino que ya se ha iniciado. Cito unas palabras de un político catalán importante: "Hoy podemos decir que no habrá otro presidente fusilado, no habrá cañones, ni tanques, ni ejércitos, sino la fuerza de la democracia, y esto se sabe aquí y se sabe allá en España”. Hombre, “Allá en España”, no me parece correcto dicho por un español. Y él lo es, quiera o no quiera.
Por otra parte, veo que el ejecutivo está dispuesto a aplicar la ley. Los letrados dirán si es, o no, legal hacer el referéndum sobre si quieren la independencia o no. Estoy convencido de que esa tensión no traerá nada positivo para Cataluña ni para el resto de España..
Y es deber de los poderes públicos buscar, conservar y mantener la paz, ya que la paz es obra de la justicia. Piensen todos si es de justicia lo que piensan hacer. ¿Es justo? ¿Está de acuerdo con la ley lo que unos y otros piensan hacer? Éste es punto clave. Agoten el diálogo y pídanle al Señor que les ilumine y les ayude. Sensatez, queridos amigos, sensatez.
José Gea