19 de septiembre de 2011: Apenas hace dos días he tomado posesión de la parroquia. Es lunes y es el momento de empezar a trabajar después del primer domingo en que ha habido una mezcla de recibimiento cariñoso y curiosidad por parte de mis nuevos feligreses. Ha sido un domingo frío, aunque estamos en septiembre. Ha sido frío porque en la Iglesia no ha habido mucha gente en las misas y la participación es fría, es decir, como desganada, rutinaria,... no sé,...cansina. Otro factor de frialdad es lo poco acogedora que es la Iglesia. Paredes grises, pintura ya bastante oscurecida por el tiempo, luces mortecinas y una cosa que tiene mejor arreglo... la suciedad. Es una iglesia descuidada. Por lo tanto la primera acción como párroco está muy clara: Cojo la escoba. Esto no lo estudié en Teología Pastoral, asignatura que por otro lado, en su día, me quedó para septiembre. Tampoco me ha hecho falta reunirme con el Consejo Pastoral. Lo primero es quitar las telarañas. Me dan bastante asco a los arácnidos, algo común a la mayor parte de la humanidad, también los que vienen a la Iglesia, por muy santos y sacrificados que sean. Luego quitamos el polvo (hablo en plural porque me ayuda un pequeño ejército de señoras que estaba deseando hace tiempo meterle mano a la Iglesia). Polvo en los bancos, en el suelo, en las lámparas, en los poyetes del coro, en el órgano, en las sillas, por las esquinas, en las ventanas, en las cornisas. Hace tiempo que no se ha pasado el plumero ni la aspiradora. Sólo tardamos un par de horas (si sumamos la limpeza de las "toilettes", donde la gente tiene la manía de ir de vez en cuando, y la sacristía) Es solo el principio, me queda pintar la Iglesia, cambiar la iluminación, quitar los varios tiestos deslabazados que hay por ahí, poner un viacrucis, cambiar los objetos del altar y un montón de cosas más que cualquiera de nosotros no tendríamos en nuestras casas si quisiésemos que nuestros invitados se sintiesen a gusto en ella. El siguiente domingo todavía no ha aumentado el número de personas que vienen a la Iglesia pero se observa un dato curioso: la colecta se ha duplicado con respecto a fechas anteriores y en relación a las mismas fechas de otros años. La feligresía me ha mandado un mensaje claro: JUAN LUIS, SIGUE MEJORANDO LA IGLESIA, SIGUE MEJORANDO NUESTRA CASA, SIGUE MEJORANDO LA CASA DE DIOS. Todo esto lo he recordado leyendo la noticia sobre el "Nuevo Cura de Ars de Francia" en Religión en Libertad. Decía el padre Michel Marie Zanotti Sorkine acerca de la limpieza en la Iglesia: "Cómo quiere que se crea que Cristo vive en un lugar si todo no está impecable, es imposible". No sé si será el nuevo Cura de Ars pero tiene más razón que un santo.