Se reprochó a Aznar no ser carismático. Se le reprocha hoy a Rajoy. Por supuesto al que algunos llamaban “la Esfinge”, Calvo Sotelo. Quizás el único político de la derecha al que se reconoce “el carisma” sea a Suárez.
 
            En la izquierda en cambio, “todos lo tienen”: fue carismático, -en realidad, el paradigma del carisma-, Felipe González; lo fue ZP, lo es Rubalcaba… Ni digamos todos estos iluminados nacionalistas que a falta de problemas que resolver se ponen a transformar la historia para inventarse países que no existen ni han existido nunca…
 
 

           Y yo me pregunto ¿pero para qué demonios necesitamos políticos con carisma? Y les respondo desde lo más profundo de mi corazón y con toda sinceridad: ¿saben qué? ¡¡¡Que estoy hasta las narices de los políticos con carisma!!! ¡¡¡Estoy hasta las narices de políticos mesiánicos que se creen llamados a dejar su huella en la historia y a acometer proyectos para los que nadie les vota ni tienen nada que ver con las verdaderas necesidades de los sufridos electores, que lo único que queremos es vivir mejor, vivir más tranquilos, que se eduque bien a nuestros hijos, tener mejores infrastructuras, que no se despilafarre, que no se unte nadie, que los servicios funcionen mejor, que las multinacionales no nos tengan prendidos al teléfono con un 901…Eso y nada más que eso, ¿es tan difícil de entender?
 
            De carisma, de mesianismo, no les quepa a Vds. duda, andamos más que sobrados en este país: alianzas de civilizaciones, salvación de las mujeres, de los homosexuales, libertad de los pueblos, unos pueblos que, por cierto, hay que fabricar previamente, porque ni siquieran existen ni han existido nunca salvo en la mente calenturienta de los iluminados de rigor, y tantas y tantas otras causas grandilocuentes, no son sino la cortina de humo que esconde a los malos políticos, incapaces de poner solución a los verdaderos problemas que acucian a quienes les votan y a quienes por otro lado, se deben y a nadie más. Y por otro lado, la mejor excusa para no tener que dar nunca explicaciones, que siempre habrá un autogobierno que reclamar cuando no se sabe administrar el que ya se tiene…
 
            Tan harto estoy, fíjense Vds., de los políticos con carisma que a lo mejor es, precisamente, su falta de carisma lo único que me gusta de Rajoy, a quien veo que podrá acertar o equivocarse, de quien a menudo no sé ni lo que va a hacer, pero a quien no veo que se vaya a meter ahora a arreglar el mundo con lo que nos ha caído.
 
            Sí señores, se lo digo de verdad: ¡¡¡no más carisma por favor…!!!
 
 
            ©L.A.
            Si desea suscribirse a esta columna y recibirla en su correo cada día,
                o bien ponerse en contacto con su autor, puede hacerlo en
 
 
 
Otros artículos del autor relacionados con el tema
(haga click en el título si desea leerlos)
 
De profetas, mesías y otros iluminados
De un insolente Artur Mas que da lecciones al Papa
Del silencio del PP y las mentiras del PSOE
De ZP y ese personaje de Astérix llamado la Cizaña