Por extraño que les pueda parecer a Vds., el de Juan Pablo I, con apenas 33 días de papado , no representa, ni muchísimo menos, el pontificado más breve de la historia, existiendo, por lo menos, diez reinados papales más breves que el del sonriente Juan Pablo I.
Démosles un rápido repaso.
El papado más breve de la historia habría sido el de Urbano VII, papa que lo fue durante trece días, los que van desde el 15 de septiembre de 1590 hasta el 27 de septiembre del mismo año. Antes de ser elegido, había asistido al Concilio de Trento, donde dio muestras de sabiduría. Dedicó los escasos días de su pontificado a la caridad con los más pobres y en realidad, aunque sí a elegido, no llegó a ser coronado. Todo hace pensar en un excelente Papa de haber sido más largo su reinado.
Dieciséis días fue Papa Bonifacio VI, los que van del 25 de octubre al 10 de noviembre del año 896, del que no cabe decir ni parecido de lo dicho sobre Urbano VI. Elegido en un tumulto popular para suceder a Formoso, había incurrido dos veces en sentencia de privación de órdenes, como subdiácono y como sacerdote. En el concilio de Roma reunido por Juan IX en 898, su elección fue declarada nula. Tras un pontificado de quince días, se dice que murió de gota, si bien otros afirman que fue echado a la fuerza para hacer sitio a Esteban VI, el candidato de la facción de Espoleto.
Diecisiete días duró el pontificado de Celestino IV, los que van del 25 de octubre al 10 de noviembre de 1241. Nativo de Milán, era sobrino del Papa Urbano III y pertenecía probablemente a la orden cisterciense.
Veinte duró el de Teodoro II, y aunque sabemos que su pontificado se produjo durante el mes de octubre de 897 y su duración, no sabemos las fechas ni del inicio ni del fin. Reconoció la validez de las órdenes conferidas por el papa Formoso e hizo que se volviera a enterrar sus restos, que habían sido arrojados al Tíber y devueltos por una crecida, en S. Pedro. Frodoardo dice de él que fue querido, que promovió la paz, y que fue moderado, casto y caritativo con los pobres.
Veintiuno duró el del Papa Sisinio, los que van des 15 de enero al 4 de febrero de 708. Sucesor del Papa Juan VII fue enterrado en la Basílica de San Pedro. Era sirio de nacimiento. De él se dice que fue un hombre de carácter fuerte y que se preocupó por el bienestar de la ciudad, así como que estaba tan enfermo de gota que era incapaz de alimentarse.
Veintidós duró el de Marcelo II, los que van del 9 de abril al 11 de mayo de 1555. Antes de ser elevado a la silla de Pedro, fue elegido uno de los tres presidentes del Concilio de Trento, y fue también bibliotecario del Vaticano. Retuvo su nombre para reinar, pues se llamaba Marcelo Cervini. Cardenal (desde 1539) antes que obispo, hubo de ser consagrado tal para poder ser coronado Papa, ocurriendo todo en la misma ceremonia. Se dice que murió de agotamiento.
Veinticuatro días es papa Dámaso II, los que van del 17 de julio al 9 de agosto de 1048. Originario de Baviera y obispo de Brixen, tras la deposición de Benedicto IX, sube al trono de Pedro con el apoyo del Emperador Enrique III para lo cual requiere de toda una delicada operación de escolta e introducción en la ciudad eterna. Después de tanto esfuerzo muere víctima de la malaria en Palestrina adonde había salido huyendo del cálido verano romano. Fue enterrado en San Lorenzo fuori le mura.
Veintisiete son los que dura Pío III, los que van del 22 de septiembre al 18 de octubre de 1503. Sobrino de Pío II y sucesor del español Alejandro VI, conoció la indigencia en su niñez, y con sesenta y cuatro años de edad y víctima de gota, fue coronado después de recibir los órdenes sacerdotal y episcopal en una ceremonia tan larga que, según se dice, fue la razón de que el nuevo Papa sólo sobreviviera a ella diez días. Aunque enterrado en San. Pedro, sus restos serán después trasladados a S. Andrea del Valle, donde reposan al lado de los de su tío.
Veintisiete son también los días que dura el pontificado de León XI, los que van del 1 de abril al 27 de abril de 1605. Apasionado defensor de la Contrarreforma, durante su breve pontificado, que le valió el apodo de Papa Lampo, Papa relámpago, apenas tuvo tiempo de defender la independencia eclesiástica sobre todo respecto de Francia, y luchar contra uno de los males del mismo en la época, el nepotismo.
Y treinta y tres días, como los de nuestro Juan Pablo I, son los días que duró el pontificado de Benedicto V, los que van del 22 de mayo al 23 de junio del año 964. El poderoso emperador Otón I había depuesto por la fuerza al indigno Juan XII, nombrando a León VIII, quien sin embargo, no fue aceptado por el pueblo que lo expulsa de Roma. Producida finalmente la muerte de Juan XII, asciende al pontificado Benedicto V, lo que excita la ira del Emperador, que marcha sobre Roma, da fin al pontificado de Benedicto y se lo lleva preso a Alemania, donde lo pone bajo la custodia de Adaldag, Arzobispo de Bremen-Hamburgo, quien sin embargo lo tratará de acuerdo con su dignidad. Sus restos permanecerán en la catedral de Hamburgo, hasta que más tarde, serán trasladados a Roma.
©L.A.
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