Acoger el don de Dios en nuestra vida es la primera parte de nuestra historia. La segunda es ser creadores, como José, ante las dificultades. Las dificultades sacan de nosotros fuerzas ocultas en las nunca pensamos. “Muchas veces, leyendo los <<evangelios de la infancia>>, nos preguntamos por qué Dios no intervino directa y claramente. Pero Dios actúa a través de eventos y personas. José era el hombre por medio del cual Dios se ocupó de los comienzos de la historia d ela redención. Él era el verdadero <<milagro>> con el que Dios salvó al Niño y a su madre. El cielo intervino confiando en la valentía creadora de este hombre, que cuando llegó a Belén y no encontró un lugar donde María pudiera dar a luz, se instaló en un establo y lo arregló hasta convertirlo en un lugar lo más acogedor posible para el Hijo de Dios que venía este mundo. Ante el peligro inminente de Herodes, que quería matar al Niño, José fue alertado, una vez más, en un sueño para protegerlo, y en medio de la noche, organizó la huida a Egipto”.
El mundo no está en las manos de los arrogantes gobernantes terrenales. El plan de salvación de Dios se cumple siempre. Confía en que nosotros podemos cooperar con nuestras energías. Es la valentía que mostraron los amigos del paralítico. Desmontaron una techumbre, pero llegaron donde querían. “El Evangelio no da ninguna información sobre el tiempo en que María José y el Niño permanecieron en Egipto. Sin embargo, lo que es cierto es que habrán tenido necesidad de comer, de encontrar una casa, un trabajo. No hace falta tener mucha imaginación para llenar el silencio del Evangelio a este respecto. La Sagrada familia tuvo que afrontar problemas concretos como todas las demás familias, como muchos de nuestros hermanos y hermanas migrantes que incluso hoy arriesgan su vida forzados por las adversidades y el hambre. A este respecto creo que san José puede ser realmente un santo patrono especial para todos aquellos que tienen que dejar su tierra a cauda de la guerra, el odio, la persecución y la miseria”.
San José defiende siempre a Jesús y María. “Debemos preguntarnos siempre si estamos protegiendo con todas nuestras fuerzas a Jesús y María, que están misteriosamente confiados a nuestra responsabilidad, a nuestro cuidado, a nuestra custodia. El Hijo del Todopoderoso viene al mundo asumiendo una condición de gran fragilidad. Necesita de José para ser defendido, protegido, cuidado, criado. Dios confía en este hombre del mismo modo que lo hace con María, que encuentra en José no solo al que quiere salar su vida, sino al que siempre vela por ella y por el Niño. En este siendo san José no puede dejar de ser el custodio dela Iglesia, porque la Iglesia, porque la la Iglesia es la extensión del cuerpo de Cristo en la historia, y, al mismo tiempo, en la maternidad de la Iglesia se manifiesta la la maternidad de maría. José, ala es que continúa protegiendo a la Iglesia, sigue amparando al Niño y a su madre y nosotros también, amando a la Iglesia, continuamos amando al Niño y asu Madre”.