Traigo al Blog una síntesis del interesante artículo del P. José Fernando Juan, publicado en Catholic.net, en el que hace unas reflexiones sobre la comunicación a través de los modernos cauces que nos proporciona la Red. Nos ofrece unas pautas a tener en cuenta a la hora de leer o lanzar al aire textos, casi siempre breves, en los que queremos decir algo para no sabemos quién. Pero dejemos que él nos lo explique
|
3. Lo que veo en mi pantalla, es una enésima parte de lo que hay en toda la red. Y más aún, es una ínfima parte desproporcionada de todo lo que quizá me interesaría. Lo cual es altamente relevante y revelador: sitúa a cada uno en sus propios límites, los límites del trato humano, que sólo puede hacerse cargo de un poco de la vida general de la humanidad. Incluso de lo más importante, anoto. En mi caso, si en algún momento tuve la oportunidad de leer todo lo que aquellos a los que seguía publicaban, ahora reconozco que he desistido en mi empeño. Me he obligado a mí mismo, como decía al principio, a seleccionar algo de lo que me interesa y reconocer que debo conformarme con lo poco a lo que tengo acceso.. 4. Lo efímero de Twitter, significa al mismo tiempo que está renovándose continuamente. Que al instante aparecen cosas. Que en una hora aparecen en la línea de tiempo de un usuario medio más de 500 mensajes nuevos. Lo cual significa -ya lo dije- que me niego a perder todo el tiempo de mi vida en algo que no sé a dónde me llevará. Y obliga al mismo tiempo a seleccionar las búsquedas. De hecho, últimamente cuando me siento en Twitter he pensado antes qué quiero encontrar, qué estoy dispuesto a entregar, y qué estoy haciendo en la red. Busco algo educativo, busco algo personal, busco diálogo... Sin negarme a la sorpresa de encontrar algo más de lo que estaba en mis planes, que sucede con frecuencia… No estamos preparados para dejarnos encerrar, como humanidad y desde la propia humanidad, en la pequeñez más absoluta de los 140 caracteres, como si pudiésemos en algún momento, por corto que sea este tiempo, desprendernos de nuestra complejidad sin que pase nada. La grandeza del ser humano está en la medida en que todo dura más de un día, de una hora, de un segundo y se prolonga a sí mismo buscando lo eterno, lo que no tiene fin, aquello de lo que desconoce el principio.
5. Todos los mensajes públicos parece que no van dirigidos a nadie en concreto, o que sería lo mismo que decir que se habla por hablar, que se intenta aportar algo pero no se sabe muy bien hasta dónde va a llegar, a quién puede servir. Es más, quizá a alguien le haya venido estupendamente, y no te dirá nada, porque no tiene que hacerlo, ni se acordará de dónde venía. Los mensajes públicos son -perdonadme la crítica- de lo más impersonal que existe, y sus características, analizadas convenientemente, desvelarían que no tienen mucho de humano. Quizá lo más importante es hablar a alguien, tener trato con personas, y no lo sea lanzar mensajes al aire. Fuente:https://mail.google.com/mail/u/0/?tab=wm#inbox/13a07d82c4f54657 El P. José Fernando Juan es un escolapio que ejerce en la Diócesis de Getafe (Madrid) Viene a decirnos que, si bien es un fenómeno nuevo y fabuloso los medios que expresión que nos ofrece Internet, y que tienen un alcance incalculable, hay que evitar encerrarnos con nuestro ordenador y empezar a lanzar palabras al aire sin pararnos a pensar en la necesidad que tenemos de una comunicación personal. El ordenador no tiene alma. Las personas que me pueden leer sí, pero falta el calor de la conversación de corazón a corazón. Un noviazgo, un matrimonio, o una amistad no pueden mantenerse a base de mensajes. Las personas nos conocemos en el diálogo en vivo y en directo. No es aconsejable una dirección espiritual a base de e-mail. La inmediatez, el cara a cara, es insustituible para llegar a conectar los corazones y las mentes. Los medios informáticos son buenos, pero con las limitaciones que hemos visto. |