El Madrid el año pasado no tuvimos castañas decentes ni en las fruterías postineras; las castañas estaban fofas o tenían un desagradable moho verde. Esperemos que este año sean mejores porque las castañas son estupendas y el castaño (o para ser más precisos, la castanea sativa, el castaño común, que no el de Indias) es un árbol realmente majestuoso.
Más pirámidal que cónico, de porte muy respetable, en Istán, unos kilómetros de curvas al Norte de Marbella, está (o estaba, porque no sabemos si habrá sobrevivido al terrible incendio de este verano) el “Castaño Santo”, un árbol milenario bajo cuyas ramas oyó misa Fernando el Católico. A 1,30 del suelo mide 15 metros de perímetro, y a ras de suelo, 22 metros. Quiera Dios que se haya salvado este que es uno de los árboles singulares de España, y que merecía estar en el escudo nacional.
La Luz Viva que instruía a Santa Hildegarda del castaño dice que “tiene gran energía … y su esencia y su fruto son útiles contra todas las enfermedades de los hombres”. Ahí es nada, útil contra todas las enfermedades del hombre.
Más adelante en otro lugar dice que “quien se haga un bastón de madera de castaño y lo lleve en la mano de forma que caliente su mano fortalecerá sus venas, y se reforzarán todas las energías de su cuerpo”. Es más: “Aspire con frecuencia el olor de esta madera, que da buena salud a la cabeza”.
La Physica elogia generosamente las bondades del castaño sin poner ningún pero, algo bastante insólito en esa obra que alterna alabanzas y vituperios con total imparcialidad.
Según la Physica, las castañas en miel, asadas, crudas, en gachas o cocidas sirven respectivamente para el hígado, bazo, corazón, estómago y riego del cerebro:
Con miel: A quien le duela el hígado, machaque castañas, póngalas en miel y cómalas a menudo con la miel y su hígado se curará.
Castañas asadas: A quien le duela el bazo, que ase un poquito al fuego unas castañas y las coma a menudo moderadamente calientes, y calentará su bazo, que tenderá a mejorar del todo.
Crudas: A quien le duele el corazón, y esté triste, que coma con frecuencia castañas crudas, que vertirán su jugo al corazón y lo reforzarán y alegrarán.
Gachas de castañas: A quien le duela el estómago, que hierva castañas en agua, y cuando estén cocidas, que las triture sin sacarlas del agua. En un plato pequeño aparte, mezcle con agua un poco de flor de harina, y a esta mezcla agréguele un poco de polvo de regaliz y algo menos de polvo de raíz de polipodio. Reúnalo todo y vuelva a cocerlo todo junto para hacer una especie de gachas que purgarán su estómago, lo fortificarán y lo calentarán”.
Posch, Presidente de la Liga de Amigos de Santa Hildegarda, cuenta que su primer contacto con la medicina hildegardiana se lo debe a dos hermosas úlceras, una de estómago y otra de duodeno, fruto de su trabajo extenuante, cinco cafés y treinta cigarrillos diarios. Las úlceras se recrudecían en primavera y otoño y así estaba cuando entró en contacto con el Dr. Hertzka, que acababa de publicar So heilt Gott (“Así cura Dios”) sobre Santa Hildegarda y sus remedios, quien le recomendó las gachas de castañas.
Posch coció bien cocidas media docena de castañas peladas en cuarto de litro de agua con la olla tapada hasta que se dejaron aplastar mientras su mujer hacía una papilla en un platito con un poco de agua caliente, una cucharada de polvo de paloduz bien colmada, otra rasa de polipodio y tres de harina de trigo. Luego echaron la papilla a las castañas hervidas y aplastadas, lo removieron todo, volvieron a cocerlo un rato y las gachas estaban listas. Posch dice que al principio no le gustó el sabor, pero poco a poco le fue gustando y al cabo de tres días estaba sin dolores. Por precaución siguió tomándolo una semana, pero ya estaba sano. Así empezó su aventura hildegardiana. (Posch: Was ist Hildegard Medizin?, p. 29)
Castañas cocidas: “Si alguien tiene el cerebro vacío por la sequedad (esto es, por falta de riego) y por eso tiene débil la cabeza, debe cocer en agua el núcleo más interior de la castaña, sin agregarle nada más. Tire el agua, cóma a menudo de esto con el estómago vacío o con comida, y su cerebro mejorará y se llenará, sus nervios seran fuertes y el dolor de cabeza cesará”.
Como las frases de Santa Hildegarda hay que mirarlas despacio, Posch (1988) cree que el “cerebro vacío por la sequedad” son los vahidos al incorporarse por tener la tensión baja, pero hay quien piensa que se refiere a cualquier falta de riego en el cerebro.
Y para los gotosos irritables y coléricos, una sauna de agua de castañas:
“Quien esté gotoso y por tanto irascible, ya que la ira siempre acompañada a la gota, cueza en agua castañas con hojas y corteza de castaño. Tome frecuentemente baños de sauna con este líquido y le cesará la gota y tendrá buen carácter”.
Jose María Sánchez de Toca y Rafael Renedo Hijarrubia
(Más en www.hildegardiana.es. Quienes nos piden obras de Santa Hildegarda en papel, prueben en Librería Bertrand, Fuencarral 141, Madrid- 28010, Tfno 914455631)