El pasado 20 de septiembre tuvo lugar en Linares, el acto de entrega del Diploma de Honor de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), a titulo póstumo, a nuestro querido Manuel Lozano Garrido, el inolvidable y ya beato "Lolo", recogido por sus familiares. Se reconocía así "su ingente aportación moral e intelectual a la profesión periodística". Allí estuvieron presentes el obispo de Jaén y el alcalde de Linares, así como la presidenta nacional de la Federación de Periodistas.

Como bien dijera en su espléndido discurso, Juan Rubio, director de Vida Nueva, de Lolo se ha escrito mucho, aunque quien más ha escrito de él, ha sido él mismo. Sobre él se han hecho muchos titulares. Se le ha definido como santo ejemplar, escritor profundo, periodista intrépido, enfermo luminoso, cristiano comprometido, joven inquieto y apasionado. Se hacen lenguas de él quienes le conocieron y quienes lo han leído. Su fama va rompiendo fronteras. Ha volado alto, muy alto, pese a que nunca pudo mover sus piernas, amarradas al duro banco del dolor. La fuente de Lolo, el hontanar de sus escritos, la raíz de su pasión, estaba en sus adentros, cuajados y empapados por la gracia, que le susurraba en los oídos las palabras que fueron eco de la Palabra que fundamentó su vida, la palabra hecha carne en la sencillez de Belén y destrozada en la altura del Calvario, pero glorificada, como la suya en el sillón de ruedas, "sacramento del dolor", que escribiera en tulipa, durante una visita a su casa, el Hermano Roger de Taizé.
Lolo fue un hombre cercano a nosotros, de nuestro tiempo, de nuestra tierra, periodista y santo, elevado al honor de los altares el dia 12 de junio del 2010 ante una gran multitud de fieles en la ciudad que le vio nacer, Linares, y con la presencia de personas que lo habían conocido en vida y habían sido beneficiadas por su celo apostólico y por su profunda y ejemplarizante labor evangelizadora con la pluma y el dolor de su cuerpo enfermo y ciego. Fue Lolo un periodista de nuestro tiempo, amante de la verdad, escritor de nueve libros de una profunda espiritualidad, además de centenares de cartas y articulos de prensa. Un hombre sencillo que vivió el sufrimiento en su carne, como camino inequívoco para llegar hasta el Infinito. Se le ha definido como "el hombre de la alegría, el dolor y el periodismo".

Como bien finalizara sus palabras Juan Rubio, Lolo, asomado a los balcones de la eternidad, deja caer su mirada sobre nosotros y mira a los ojos de cada uno de nosotros, sus compañeros periodistas, diciéndonos con su voz ya viva y fuerte: "Cada día alumbrarás tu mensaje con dolor, porque la verdad es un ascua que se arranca del cielo y quema las entrañas para iluminar, pero tú cuida de llevarla dulcemente hasta el corazón de tus hermanos". Gracias, querido Lolo, compañero del alma, por este diploma de honor en tu honor.