Me enteré anoche de la muerte de Santiago Carrillo, hombre importante en nuestra historia contemporánea.
Recordé que el 1 de febrero de 2010 le escribí una carta abierta, no sé con qué motivo, pero ante el hecho de su muerte la ofrezco a los lectores, pidiéndoles que lo encomienden al Señor como yo le prometí hacerlo.
Éste era el texto:
Estimado Don Santiago:
El otro día leí en www.religionenlibertad.com unas declaraciones suyas sobre los obispos de España; no las comparto, pero son las suyas. Leí allí que tenía 95 años. Es lo que me mueve a escribir este artículo. Yo tengo casi 81 y veo que los dos ya somos bastante viejos, aunque Ud. un poquito más que yo; lo cual quiere decir que pronto en este mundo seremos un puro recuerdo. Entonces se me ocurrió escribir este artículo por si tiene a bien leerlo.
Soy Obispo de la Iglesia católica, ya jubilado. Me llamo José Gea Escolano. Estoy ayudando a los sacerdotes en una parroquia de Lima. A Ud. no le conozco. Coincidimos un día en Barcelona donde teníamos sendos programas de Televisión. He oído hablar mucho de Ud. Como siempre ocurre, a unos bien, y a otros mal. No le juzgo, porque no soy quién.
Ciertamente vivió en una época muy turbulenta con actitudes muy enfrentadas. Estalló la guerra y se dividió nuestro pueblo; un enfrentamiento terrible que nunca debió haberse dado. Hubo muchas muertes y muchos atropellos. Y como sucede en todo enfrentamiento entre hermanos, cuando llega la paz debe continuarse por la reconciliación. Ha sido un luchador por unas ideas y unos principios muy asimilados e intensamente vividos según se desprende de sus actitudes.
No le escribo para que se confiese al final de su vida; entre otras razones porque no sé si el final está ya a la puerta, ni si está bautizado y, por tanto, si pertenece a la Iglesia o no.
Aunque sí le animo, Don Santiago, a que piense en Jesús. No sé cómo habrán sido sus relaciones con Jesús desde pequeño, pero sí puedo decirle que para mí, Jesús ha sido el centro de mi vida; no sé lo que haya podido ser para Ud.
Supongo que ya de mayor, sus relaciones con la Iglesia no han sido muy buenas, al menos, sí ha habido un cierto distanciamiento, lo mismo que con el clero. Puede que Jesús, Iglesia y clero hayan ido juntos; puede también que haya visto a Jesús de manera diferente a como ha visto a la Iglesia y al clero.
Sea como sea todo lo anterior, le insisto en que se acerque a Jesús. No dude de que Jesús le quiere, sea Ud. como sea y haya sido como haya sido. Mi idea sobre Jesús es que ha venido para salvarnos a todos y para dar su vida por todos en la cruz; desea perdonarnos, hayamos hecho lo que hayamos hecho.
Don Santiago, de verdad le digo que Jesús lo quiere como no tiene idea. La gente le podrá querer u odiar, pero Dios le quiere. Los cristianos creemos que, al final de la vida, seremos juzgados por Dios; como dijo el poeta, al atardecer de la vida nos examinarán del amor. Creemos también que según sea el resultado del examen, seremos premiados o condenados.
Don Santiago, si no tiene fe, le aconsejo que le diga a Jesús: Quiero creer, ayúdame.
Si tiene fe pero no la vive, dígale: Jesús, creo pero aumenta mi fe.
Si ve que en su vida no ha sido coherente con el amor a Dios y al prójimo, dígale: Jesús, perdóname.
Si de pequeño le enseñaron a rezar el Avemaría, récesela a la Virgen, que ella le quiere porque sigue siendo su Madre (nos la regaló como tal Jesús desde la cruz), sigue intercediendo por nosotros, sigue intercediendo por Ud. Y seguirá intercediendo hasta el final.
Y si me pregunta ¿por qué me he metido donde nadie me ha llamado, le diré: porque yo también le quiero, Don Santiago, y deseo que no viva separado de Jesús ni al final de su vida ni en la eternidad.
José Gea