Cuenta el Padre José Antonio Pozo de Miengo, en su obrita titulada “El Pardo y el Santo Cristo de El Pardo”, que “el día 19 de julio las Milicias del frente Popular se hacen dueñas de Madrid. Los moradores del Convento y Seminario (de los PP. Capuchinos de El Pardo), aunque algo intranquilos siguen confiados. El día 20, oyen los cañonazos con los que es destruido el Cuartel de la Montaña; y por la noche contemplan el siniestro resplandor de las llamas en que es envuelto Madrid. Mas, en el Convento hay calma, pues el Coronel del Regimiento de Trasmisiones, señor Carrascosa, les ha asegurado que nada les sucedería.
Pero esa misma noche, antes del alba del día 21, dicho Regimiento, en marcha rápida hacia Segovia, pasa por El Goloso, Colmenar Viejo, Navacerrada, dejando a los 200 moradores del Convento con un siniestro interrogante.
A mediodía del 21 de julio, durante el almuerzo, ráfagas de nutrido tiroteo atraviesan las ventanas del comedor y siembran el pánico. Son 600 milicianos disparando desde todos los ángulos con fusiles y ametralladoras…
Los 130 seminaristas menores son llevados al Orfanato del pueblo, y más tarde unos a Valencia y otros a Francia.
En la foto, Narciso González Barreales de Villamuñío (León) uno de los seminaristas menores de El Pardo que vivió el horror de aquellos días. En el enlace puede leerse la entrevista que le hicieron al cumplir 90 años.
En la foto, Narciso González Barreales de Villamuñío (León) uno de los seminaristas menores de El Pardo que vivió el horror de aquellos días. En el enlace puede leerse la entrevista que le hicieron al cumplir 90 años.
Los religiosos dan comienzo a su calvario: los milicianos de Madrid pretenden colgarlos de los pinos para rematarlos a tiros, pero lo impiden los de El Pardo. Llevados primero al Orfanato, son encerrados después en los calabozos del Regimiento, hasta que ya anochecido del día 23 de julio, son conducidos en tres coches a la Dirección General de Seguridad de Madrid. Allí son hacinados en los sótanos con otros 600 hombres.
Días más tarde son puestos en libertad para ser de nuevo detenidos y encarcelados y asesinados algunos de ellos.
…No había terminado el año 1936 y ya eran tres los mártires, que habían entregado sus vidas jóvenes rotas por el odio. Otros tres religiosos del Convento serían sacrificados en el año 1937. A todos los demás religiosos se les exigió la consigna de desplegar continuo y arriesgado apostolado: unos en las cárceles, donde entre torturas podrían ser útiles a los demás, otros recorriendo pisos, llevando siempre palabras de consuelo y aliento, confesando, celebrando misas clandestinamente, repartiendo comuniones, hasta que pasaron los tres años de sangre y fuego”.
Esto son los seis capuchinos de la Comunidad de El Pardo escogidos por la Providencia, a través de la permisión del odio antirreligioso, para sellar gloriosamente su vida con la sangre derramada confesando a Cristo.
El Siervo de Dios Alejandro de Sobradillo (Francisco Barahona Martín), nacido en Sobradillo (Salamanca) el 10 de enero de 1902, vistió el hábito el 11 agosto 1918, profesó el 15 agosto de 1919, y recibió el sacerdocio el 18 de diciembre de 1926. Era el superior del convento cuando fue asaltado el 21 de julio de 1936. Con lágrimas en los ojos, suplicó a los milicianos que asaltaron el convento, que respetaran la vida de los muchachos del seminario. Detenido con los demás religiosos y con ellos encerrado en los sótanos de los cuarteles de El Pardo, se preparó y animó a los demás para aceptar con valentía el martirio que presentían inmediato. Dejados libres de momento, el padre Alejandro buscó refugio en casa de una familia piadosa, donde empleó el tiempo en oración casi continua. A causa de una denuncia fue detenido el 15 de agosto de 1936 y, a la mañana siguiente, su cadáver fue encontrado en una calle de la ciudad con el rostro horriblemente desfigurado.
También por una denuncia enemiga de Dios fue arrestado el Siervo de Dios Gregorio de la Mata de Monteagudo (Quirino Díez del Blanco). Nació en La Mata de Monteaguado (León) el 25 de marzo de 1889, vistió el hábito el 8 de septiembre de 1904, profesó el 10 de septiembre de 1905, se ordenó sacerdote el 6 de junio de 1914. Fue profesor en el seminario de El Pardo. Descubierto por los milicianos en su refugio, fue llevado a la cárcel, donde su delicada salud le ocasionó no pocos sufrimientos físicos y morales. En esta situación se pensó ponerle en libertad al no haber acusación alguna contra él. Pero cuando se supo que era un fraile capuchino, le cambió la suerte. Junto con otros detenidos, a los cuales había oído en confesión, fue llevado al Alto del Hipódromo y allí, a traición y por la espalda, acribillado a balazos en la madrugada del 27 de agosto de 1936.
Más azaroso fue el destino del Siervo de Dios Carlos de Alcubilla (Pablo Merillas Fernández). Nació en Alcubilla de Nogales (Zaragoza) el 17 de junio de 1902, el 15 de agosto de 1919 tomó el hábito y profesó el 29 de agosto de 1920. Ordenado sacerdote el 24 de junio de 1928, fue profesor en el seminario de El Pardo. Hombre de refinado gusto artístico y de gran habilidad en las artes mecánicas, el 21 de julio de 1936 logró librarse de los milicianos asaltantes del convento y encontró trabajo en un establecimiento en El Escorial. Reconocido como religioso por haberse negado a blasfemar, su negativa fue el motivo de que se le considerara fascista. Después de varias peripecias, fue metido en prisión, injuriado y maltratado físicamente. Nunca tuvo una palabra contra sus esbirros y, en su piedad serena, -declaró un testigo- se veía una preparación espiritual consciente para lo que le iba a sobrevenir. El 14 de enero de 1937 fue ejecutado a causa de su repetida declaración de que no era otra cosa que un religioso.
El Siervo de Dios fray Gabriel de Aróstegui (Lorenzo Ilarregui Goñi) nació en Aróstegui (Pamplona) el 10 de agosto de 1880, tomó el hábito el 31 de diciembre de 1910 y profesó el 10 de enero de 1912. Fue durante veinticuatro años hortelano y vaquero del convento de El Pardo. El 21 de julio de 1936 se refugió en el monte cercano al convento. Descubierto por los milicianos ocupantes del convento; fue retenido allí al servicio de los mismos. Invitado por ellos a seguir sus costumbres depravadas, incluso a blasfemar, se mantuvo fiel a su fe y a sus votos. “-Mátenme; pero no blasfemo”, respondió con claridad a sus guardianes, que terminaron cansándose de su paciencia y humildad. El día 23 de agosto de 1936 tres milicianos dispararon contra él sus escopetas y le dejaron desangrarse lentamente a la puerta del seminario, mientras estrechaba entre las manos su gran rosario de fraile.
Otro Hermano, el Siervo de Dios fray Primitivo de Villamizar (Lucinio Fontanil Medina) sería el último en el tiempo de la serie de capuchinos de Castilla martirizados. Había nacido en Villamizar (León) el 12 de febrero de 1884, y tomado el hábito el 8 de marzo de 1914, y un año más tarde, el 9 de marzo de 1915, eitió su profesión. El 21 de julio de 1936, en el momento de la expulsión del convento de El Pardo, estaba al servicio del seminario seráfico, oficio desempeñado por él desde hacía 21 años. Al ser liberado después de la primera detención con los demás religiosos, acudió a la casa de unos sobrinos suyos. Aunque durante unos meses anduvo tranquilo por Madrid, fue finalmente reconocido como “un fraile de El Pardo”. Y el 19 de mayo de 1937, unos milicianos lo detuvieron y le hicieron desaparecer. El día 20 de mayo es la fecha probable de su martirio.
También fue asesinado como religioso, aunque era un simple donado recogido en el convento de El Pardo, Norberto Cémbranos de la Verdura. Nacido en Villalquite (León) en 1891, llevaba seis años de servicio humilde y silencioso en el convento, cuando ya refugiado en una pensión, fue detenido junto con otro religioso. Se le creyó fraile y por ello fue fusilado el 24 de septiembre de 1936 en un lugar desconocido de Madrid.
El proceso informativo sobre la fama de martirio de estos siervos de Dios se inició en la curia diocesana de Madrid el 5 de abril de 1956. Siguieron los procesos ordinarios sobre los escritos y de “non cultu” abiertos en la Sagrada Congregación de Ritos el 22 de diciembre de 1960. El 14 de marzo de 1997 emanó el decreto de validez del Proceso informativo de Madrid.
Finalmente, los seis mártires capuchinos de El Pardo van incluidos en la Causa de canonización del Siervo de Dios Andrés de Palazuelo y 31 compañeros mártires, reagrupando cinco Causas de las Antiguas Provincias de España. Unificadas, pues, en una única Causa, ésta fue consignada en la Congregación para las Causas de los Santos en el año 2002 y, hace menos de un año, pasó a estudio de los teólogos en la Congregación que "en fecha próxima" emitirán juicio sobre dicho Proceso.