Visita el Papa una de las regiones más conflictivas del planeta, un trozo de territorio enclavado en pleno mundo islámico y en el que, sin embargo, los cristianos no son ninguna minoría, sino que constituyen un grupo significativo cuando no mayoritario. Un país en el que confluyen con particular intensidad todas las tensiones de la zona: las existentes entre cristianos y musulmanes; las existentes entre el mundo árabe e Israel; las existentes entre las distintas adscripciones del islam, suníes, chiítas, drusos... Y ahora también, las existentes entre las distintas maneras de concebir la política en el mundo árabe, dictaduras pseudo militares vs. “primavera” árabe. Y seguramente aún nos estaremos dejando “algún tipo” de tensión. Momento más que propicio para preguntarse: ¿cómo se constituyó un país tan especial como el Líbano?
Todo aquel que eche un vistazo al mapa de Oriente Medio observará que, geográficamente hablando, Israel representa frente a Jordania lo mismo que Líbano frente a Siria, a saber, una franja marítima que parece una especie de “tumor del territorio”. Si a eso se añade un poquito de historia, se terminará de comprender que, efectivamente, los dos tienen algo en común, y así, mientras el primero, Israel, se presenta como un compromiso para con una minoría judía respecto de la mayoría musulmana de la región por parte de la potencia colonial, Gran Bretaña, el segundo, Líbano, no es otra cosa que el producto de un compromiso con otra minoría, en este caso cristiana, respecto de la mayoría, igualmente musulmana, por parte igualmente de la potencia colonial, en este caso Francia.
La historia del Líbano tal como lo conocemos hoy e interesa a los efectos que nos ocupan comienza a fraguarse cuando al terminar la Primera Guerra Mundial, el Imperio Turco colapsa y sus territorios se los reparten, de acuerdo con el pacto previo alcanzado en 1916 que se conoce en honor a sus negociadores como Sykes-Picott, las nuevas potencias coloniales. Gran Bretaña se queda con Jordania (y con Irak), y Francia con Siria.
Para imponer de un modo efectivo su dominio en la zona recibida, Francia ha de llevar a cabo una guerra de imposición contra el hachemita Faisal I, quien aprovechando el vacío de poder producido por el colapso turco, había proclamado antes de la llegada francesa la independencia de la "Gran Siria" sobre los territorios de la actual Siria y del actual Líbano. Un Faisal I que, una vez desterrado de Siria, reinará después sobre Irak, y que morirá probablemente envenenado, pero eso es otra historia.
Siria permanecerá bajo la administración francesa un período de tiempo no muy largo, pues en 1941, aprovechando la precaria situación francesa durante la Segunda Guerra Mundial, se proclama la República de Siria, que Francia sólo reconocerá en 1944.
Por lo que refiere a nuestro Líbano, lo primero que hacen los franceses al dominar la zona es dividir Siria en seis provincias, una de las cuales es precisamente el Líbano, cuya razón de ser no es otra que la de proporcionar a la gran población cristiana que la puebla unas fronteras estables en la que constituírse independientemente de la mayoría islámica de la que se hallan rodeados.
Los cristianos libaneses son principalmente maronitas (pinche aquí si desea conocer más sobre ellos), de adscripción católica, y con ellos, una minoría greco-ortodoxa. Presentes en la zona desde muy antiguo, y por supuesto, desde mucho antes de la llegada al Líbano en el s. VIII de los musulmanes de origen árabe, desde el punto de vista étnico reniegan de ser árabes y se consideran cananeos o fenicios.
Junto a la mayoría cristiana y como era de esperar, permanece también en el Líbano una minoría musulmana de adscripción tanto suní como chií, así como un exótico grupo que son los drusos, secta que reclama ser islámica aunque el resto de los musulmanes no les reconozcan condición tal.
El Líbano recibirá de la potencia colonial una constitución sólo cinco años después de la ocupación, el 25 de mayo de 1926, la cual establece una república democrática (no independiente) y un parlamento. En noviembre de 1941 el Gobierno francés de Vichy, presionado tanto por los propios libaneses como por los británicos que eran sus enemigos en la Segunda Guerra Mundial, anuncia la independencia del Líbano bajo la tutela de Vichy. Convocadas elecciones en noviembre de 1943, lo primero que hace el nuevo gobierno libanés es abolir el mandato francés, a lo que Francia reacciona apresando al gobierno, aunque acabará soltándolo sólo unos días después y reconociendo la proclamada independencia.
El Pacto Nacional (no escrito) de 1943 establecerá en Líbano un singular régimen de gobierno por el cual, el presidente de la nación será un maronita, el primer ministro un musulmán suní, el presidente de la cámara un musulmán chiíta, y su vicepresidente un cristiano ortodoxo.
La historia del Líbano independiente no dejará de atravesar por turbulencias como una breve guerra civil en 1958 entre musulmanes pan-arabistas impulsados desde Egipto por Nasser y el Gobierno libanés del cristiano Camille Chamoun. Pero en general, el Líbano representará en la zona un modelo de estabilidad y prosperidad económica, que inspirará la famosa expresión que lo comparaba con la Suiza de Oriente Medio.
La principal vicisitud por la que pasará su devenir independiente será el creciente número de palestinos que vienen a refugiarse en la parte sur del país. Primero unos cien mil, como consecuencia de la Primera Guerra Arabe Israelí, la que estalla en 1948 nada más proclamarse el estado de Israel, en la que Líbano toma partido por la facción árabe. Y luego otros varios cientos de miles fuertemente armados y combativos como colofón del denominado Septiembre Negro (), los cuales representarán para el país el fin de la estabilidad, en modo parecido a como lo habían representado antes para la monarquía jordana que, precisamente, resolvió el problema desplazándolos al Líbano. Todo ello hasta alcanzar hoy día una población aproximada de unos 400.000 palestinos en suelo libanés.
En cuanto a la situación demográfico-religiosa actual, sus cuatro millones y medio de habitantes se reparten en 17-18 adscripciones religiosas diferentes. Aunque la oficina de prensa vaticana cifra el número de cristianos en un 53,16% de la población, otras fuentes son menos optimistas sobre su cifra. Según el Informe sobre Libertad Religiosa en el mundo, son cristianos un 40% de sus habitantes, musulmanes un 53,6%, y drusos y de otras religiones un 6,4%. Según el informe de la CIA, son cristianos un 39% de los libaneses, son musulmanes un 59,7%, y son de otras religiones un 1,3%. En cualquier caso, la proporción ha empeorado mucho para los cristianos desde la fundación del país, como consecuencia, por un lado, del fuerte crecimiento demográfico de los musulmanes, y por otro, de la inmigración masiva de palestinos.
Como consecuencia de todo lo dicho, el Líbano es el único país del Oriente Medio mayoritariamente cristiano o casi, y en esas condiciones, el único que tiene representación tanto en la Liga Arabe, donde es uno de sus 22 estados-miembro, como en la Organización para la Cooperación Islámica, donde es uno de sus 57 miembros.
©L.A.
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