Entre toda la entrevista he tomado la pregunta que me parece más sugerente y que Mons. Rodríguez Madariaga contesta con claridad, aunque se deje llevar por ciertos tópicos eclesiales. Ya verán a lo que me refiero. Primero leamos la pregunta y la respuesta:
Se ha cumplido un año de la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Madrid. Los jóvenes son hoy, en la pastoral habitual de nuestras parroquias, un colectivo difícil para la fe. ¿Es que juventud y fe no se llevan bien?
No lo creo. La juventud de hoy como ayer vibra ante las causas nobles. Si sabemos comunicar la alegría del Evangelio también ellos responden. El problema está muchas veces en el lenguaje. A veces pienso que en nuestras parroquias necesitaríamos ayuda de "foniatras espirituales". Vivimos en un mundo nuevo, lo que significa un territorio por explorar. Podemos tener miedo al riesgo y a la aventura. Nos parece que en el siglo XXI ya no hay nada que explorar. Pero...la humanidad sigue cambiando, no es estática. La gente cambia. Se siguen formulando nuevas maneras de ser en el mundo.
Se nos presenta una nueva humanidad por interpretar: interpretar a fondo lo que está sucediendo. Debemos esforzarnos para entender a los jóvenes. Y entonces debemos considerar la comunicación de la Buena Nueva. Hemos dejado de hablar el lenguaje del mundo actual. Cada vez menos gente nos entiende. Por eso pocos nos escuchan. Otra vez enfrentamos el problema de la comunicación. El lenguaje supone emisor y receptor. No estamos en la frecuencia y el receptor no nos entiende. ¿Cómo interpretar a la nueva humanidad, a la nueva juventud si no conocemos el lenguaje del mundo de hoy? Vivimos un nuevo contexto cultural y mediático: lo que se mueve es el mundo de las percepciones, no de las realidades. Toda la herramienta mediática actual crea percepciones. Los Medios de Comunicación Social modifican la percepción social. La herramienta más espectacular es internet. En muchos países el adolescente promedio pasa 28 horas o más ante internet a la semana. Si va a la Iglesia, ¿lo máximo sería una hora? Se está produciendo un tipo de joven nuevo. A veces en ambientes hostiles a la Fe y en campañas constantemente sostenidas contra la Iglesia.
Sabemos que educar es enseñar a vivir. Tradicionalmente quien educaba era: la familia, la escuela y la Iglesia. Hoy día ya no lo hacen. Se ha modificado profundamente el panorama. La familia desempeña un papel nutricional. La escuela enseña habilidades para ganar dinero. Y la Iglesia muchas veces se reduce a un marco decorativo para ceremonias sociales.
Con todo respeto a Mons. Rodríguez Madariaga, quisiera hacer algunas puntualizaciones que espero que ayuden a entender qué le sucede a la capacidad evangelizadora de la Iglesia actual:
a) Es toda la sociedad la que no escucha el Mensaje de Cristo, no solamente los jóvenes. ¿Cuántos padres de los jóvenes que se alejan de la Iglesia son personas comprometidas y formadas? Pocos. Normalmente son los hijos de personas comprometidas y formadas los que entienden qué es la Iglesia y permanecen cercanos. Dicho esto hay que reseñar que siempre ha excepciones que confirman la regla.
b) La “foniatría espiritual” también le hacía falta a Cristo mismo. ¿Cuántas personas le siguieron de todas a las que predicó? Pocas. Hay muchos pasajes evangélicos en los que el lenguaje de Cristo era ininteligible para quienes le escuchaban (Jn 3, 1-21). Incluso llegó a decir que lo hacia con toda la intención (Mc 4,12).
c) Cada generación vive en un mundo nuevo y esto hace imprescindible la utilización de nuevos medios para comunicar el Mensaje Cristiano. Recordemos que fueron las calzadas romanas las que posibilitaron llevar el evangelio por todo el mundo antiguo, los barcos portugueses y españoles lo hicieron por el resto del mundo, el primer libro impreso fue una Bíblia, Radio Vaticano se creó para hacer llegar los mensajes radiados a todo el mundo, hay televisiones católicas evangelizando por la imagen y la voz. Ahora mismo están iniciando su andadura las redes y en ellas la evangelización está presente. El medio cambia, los medios cambian, los lenguajes cambian, pero el Mensaje debe permanecer inalterable.
d) El mundo siempre ha rechazado el mensaje de Cristo (Jn 15, 18-25). La lejanía de la Fe que vivimos, sólo evidencia que nuestra naturaleza es la misma que encontró Cristo en la Palestina del siglo I.
e) La gran evangelización del viejo mundo se llevó a cabo cuando el poder político aceptó servir de medio de comunicación de la Fe. Esta “alianza” Iglesia-poder, tuvo grandes beneficios para la humanidad, pero también acarreó problemas muy importantes. Una vez el poder deja de ser “afin” a la Fe, hemos vuelto a tiempos pre-constantinianos en cuanto a la difusión del Mensaje.
f) Creo que debemos luchar por entender al ser humano de hoy en día, sea joven o no lo sea. Abuelos, padres y nietos presentan iguales síntomas de alejamiento eclesial, aunque sean más evidentes en los jóvenes.
Evidentemente nos encontramos en un momento crucial en el camino de la evangelización. Este momento evidencia que la Iglesia debe ser consciente de la necesidad de buscar medios providentes a través de los cuales evangelice el mundo. Los largos siglos de cristianismo de estado nos ha dejado exhaustos de ideas y perplejos ante los desafíos que nos encontramos.
Nadie niega hay que lanzar el Kerigma con un lenguaje que se comprenda, está claro. Pero el problema no es sólo de lenguaje. Mons. Rodríguez Madariaga ha indicado, con sutileza, que emisor y receptor deben estar sintonizados. Perfecto, el lenguaje es como la frecuencia de emisión-recepción. Pero no es tan fácil. Hoy en día abundan los receptores con las antenas rotas o la sintonía desajustada o están colocados en entornos con estupendos inhibidores de frecuencia. El acceso a estos receptores no es nada sencillo, ya que requiere repararlos o sacarlos de la zona de inhibición. ¿Cómo sacarlos, sintonizarlos y hacerles llegar el Mensaje? Esa es la misión de la Nueva Evangelización.
En la respuesta de Mons Madariaga hay una frase que da en la diana: “Sabemos que educar es enseñar a vivir. Tradicionalmente quien educaba era: la familia, la escuela y la Iglesia. Hoy día ya no lo hacen.”
La familia es la piedra angular que la sostiene y da sentido a la sociedad. Sin familia, todo el andamiaje cristiano se cae. La sociedad deja de tener el pegamento que hacía que 1+1 fuese más de dos. La Nueva Evangelización debería incidir especialmente en la familia, ya que dentro de ella es donde se enseña a vivir y a entender ese lenguaje que nadie parece entender ya. ¿Queremos acercar a los jóvenes? Acerquemos a la familia y veremos como no solamente aparecen jóvenes, sino todo el espectro de seres humanos que poblamos la Tierra.
¿Nos faltan evangelizadores? Claro. Es la evidencia de que nos falta familia cristiana y comunidad cristiana.