Y la pregunta es: ¿pero existe efectivamente una relación entre el pueblecito en el que una bienintencionada vecina ha procedido a la “controvertida” reconstrucción de un ecce homo, y la gran familia del renacimiento español?
Veamos lo que nos dicen los que, mucho antes de que Cecilia Giménez repusiera a Borja en el mapa, eran ya los que más sabían del tema. Y para ello, vamos a recurrir a Miguel Batllori, autor del libro “La familia de los Borja” quien a su vez, y según informa en nota a pie de página, nos ofrece en su obra “un avance bastante reducido del estudio introductorio a la monumental obra de Lluis Cerveró y Gomis, Diplomatari genealogic i social dels Borja; segles XII-XVI”:
“Desde los tiempos de la reconquista del reino de Valencia por Jaime I de Cataluña-Aragón [sic, quiere decir Jaime I el Conquistador] en el s. XIII encontramos un nutrido número de personas con el apellido Borja, pero que sin embargo, aparece en los documentos con diferentes formas ortográficas: Borja, Boria, Borya, Borga, Borgia, Burgia, Borges. Pocos años después, volvemos a encontrarlos por todo el territorio del nuevo reino reconquistado a los musulmanes, desde Morella al norte, hasta Orihuela al sur. Es más que probable que no todos provinieran de un mismo tronco. En algunos casos, el apellido Borja podría corresponder a una familia catalana de entonces, más que al topónimo aragonés Borja, y lo mismo podríamos decir de las variantes Borges y Ça Borja; de un tal Guillem ça Borja, que en 1239 recibió del rey una casa en Valencia, sabemos que poseía otra en Barcelona. Parece, con todo, que la mayor parte de los Borja valencianos provenía del reino de Aragón más que del prinicpado de Cataluña […].
Ilustres borsaonenses
El apellido Borja, como otros muchos de los conquistadores, correspondía sin duda al lugar de nacimiento o como mínimo de procedencia de la mayoría de las personas que las llevaban; en nuestro caso, el lugar fortificado llamado Borja, en Aragón. Hacia 1500, cuando Alejandro VI concertaba el matrimonio de Lucrecia con Alfonso D’Este, heredero del ducado de Ferrara, alguien inventó una falsa genealogía en que los Borjas papales aparecían como descendientes de D. Pedro de Atarés (Petrus Taresa en los documentos del s. XII), señor feudal de Borja y pretendiente al trono de Aragón tras la muerte de Alfonso I el Batallador, por el hecho de descender por vía ilegítima, de Ramiro I; pero se sabe a ciencia cierta que D. Pedro de Atarés murió sin sucesión […] Lo único cierto es que ya durante el s. XII, el topónimo Borja se había convertido en patronímico en la cuenca alta del Ebro, y que poco después se extendió a otros lugares de aquel reino y del vecino reino de Navarra” (op.cit. págs.. 1315).
Pues esto es todo amigos… ya ven Vds., el pequeño pueblecito de Borja, -olvidado de todos hasta que una voluntariosa y simpática vecina ha realizado para él una de las campañas publicitarias más importantes y baratas de la historia del marketing demostrando que sus escasas dotes para la restauración artística no son óbice para el inconmensurable talento que atesora para el arte de la publicidad-, cuna también de una de las más excelsas y linajudas familias de nuestra historia patria: ni más ni menos que los Borja, los Borgia… ahí es nada. Y por cierto, y por la misma razón, motivo de cuantos por llamarse Borja, honran al gran santo jesuíta que es San Francisco de Borja.
©L.A.
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